Por: Redacción / Sinembargo - julio 1 de 2013 - 0:02
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Ciudad de México, 1 de julio (SinEmbargo).- La situación por la que atraviesa Brasil podría convertirse en la tercera fase de la crisis económica global iniciada en 2007 con el crack inmobiliario en Estados Unidos y seguida por la crisis europea, advirtieron analistas.
A principios de año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticinaba que América Latina tendría buenas perspectivas económicas para este año y el próximo. Las previsiones del organismo eran de un crecimiento del 3.4 % para el 2013 y del 3.9 para el 2014. Pero la situación en Brasil lo cambia todo.
Esta nueva fase de la crisis global podría afectar a la mayoría de las economías en desarrollo, entre ellas, México. Para evitar un mayor impacto, los economistas sugieren retomar las privatizaciones de paraestatales.
El anuncio de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés) sobre la reducción de la compra de bonos y la efervescencia social en Brasil y Turquía mantienen el nerviosismo en los mercados financieros.
Apenas el banco central de EU anunció que reduciría la compra de bonos, los inversionistas comenzaron a retirar en masa su dinero de los bonos y acciones de países emergentes, afectando principalmente a Brasil, que se contaba entre los países que se financiaban con flujos financieros de corto plazo.
“Se trata de un dinero que puede ser retirado rápidamente”, indicó a la cadena alemana Deutsche Welle (DW) el profesor de economía y escritor Hanno Beck, quien explicó que si bien Brasil avanzó en los últimos años hasta convertirse en la sexta mayor economía del mundo, la clase media se ha beneficiado poco de ello. Y ahora protesta. El hecho de que el crecimiento se haya reducido a un 2% y la inflación haya subido a más del 6%, genera entre la juventud dudas acerca del futuro, que se extienden a otros países emergentes de la región como Colombia y Chile.
A comienzos de junio, el gobierno brasileño eliminó un impuesto a las compras extranjeras de bonos, para retener a los inversionista, pero su “escepticismo”, las protestas sociales y débil crecimiento, no lograron detenerlos. El hecho de que Brasil haya sido designado sede del Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos 2016 desató un auge de la construcción, financiado mediante créditos. Y un estallido de la burbuja crediticia podría hacer tambalear el sistema financiero.
En el caso de Argentina, la balanza comercial registra un superávit de 521 millones de dólares, cifra un 61.1 por ciento menor a la del primer bimestre de 2012, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Las exportaciones a febrero fueron de 5 mil 743 millones de dólares, una baja del 6 por ciento acumulado en un año, mientras que las importaciones sumaron 5 mil 222 millones de dólares, un 10 por ciento más que en febrero de 2012.
Por su parte, la economía colombiana pierde dinamismo. A finales de marzo, el Banco Central colombiano rebajó la tasa de interés en 50 puntos base a 3.25%, la más baja de Latinoamérica, en un intento por fomentar la demanda interna.
Ante este escenario, el gobierno comenzó a ejercer presión sobre el sector financiero local para que “reafirme su compromiso” de reducir sus tipos, especialmente para créditos hipotecarios.
En el caso de Chile, el Centro de Estudios Públicos asegura que existe una pérdida de dinamismo en el crecimiento de la actividad y una desaceleración en la inversión en vivienda y en maquinarias y equipos.
“Los programas de inversión se revisan a la baja y las importaciones de bienes de capital pierden fuerza en los últimos meses”.
Venezuela muestra una economía “bastante deteriorada”, según el FMI. De una expansión del 5.5% el año pasado, la economía venezolana se enfriará hasta el 0.1% en 2013, principalmente por el recorte del gasto público y a una caída del consumo privado.
En el caso de México, la crisis del sector inmobiliario, la baja producción industrial y la baja en ventas al menudeo mantienen a la economía estancada, según el último diagnóstico del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), organismo que recortó su pronóstico de crecimiento económico para este año de 3.3 a 3 %.
LA NUEVA OLA PRIVATIZADORA
Un artículo publicado por el diario estadounidense The Wall Street Journal (WSJ) destacó que las economías emergentes han perdido cerca de dos mil millones de dólares de valor bursátil desde el inicio de la primera etapa de la crisis financiera, a finales de 2007.
Lo anterior se debe a que sus empresas estatales , representan un tercio de la capitalización de mercados de estos países, que ronda los nueve mil millones de dólares.
En los últimos cinco años, reseña el rotativo, el valor de las empresas del sector privado en las economías emergentes —incluyendo Brasil, Rusia, India y China, al igual que México, Indonesia y Turquía— ha permanecido generalmente estable.
Al mismo tiempo, el valor de las paraestatales (compañías en las que el gobierno tiene una participación de al menos 30%) ha caído más de 40%. Hoy, solo una empresa estatal (PetroChina) figura entre las 10 compañías más valiosas del mundo, desde 2008.
“Cuando China salió relativamente ilesa de la recesión global, muchos gobiernos de mercados emergentes, desde Rusia a Brasil, trataron de seguir el ejemplo y muchos siguen promoviendo el capitalismo de Estado. Podrían ser obligados a reconsiderar. Los inversionistas han estado votando con su dinero y saliendo de estos mercados. Pero no sólo han caído los precios de las acciones. Las menores ganancias de las empresas estatales se traducen en menos dinero para las arcas fiscales y menor crecimiento de productividad para la economía en general”, cita el diario.
Según un estudio de la consultoría Morgan Stanley Investment Management, después de 2007, los inversionistas se volvieron a concentrar en la rentabilidad y, una vez más, han vuelto a considerar a las empresas estatales “como gigantes lentos, propensos a invertir y construir en exceso. Según nuestros estudios, los inversionistas ahora valoran a las empresas estatales a la mitad del precio de las firmas privadas en la misma industria, desde la banca a las telecomunicaciones”, detalla el documento.
En los años 90, tras considerarlos como “gigantes lentos”, detalla el estudio, los países emergentes empezaron también a privatizar sus paraestatales en la década de los 90, sin embargo, entrado el nuevo siglo, la popularidad de las privatizaciones fue a la baja por casos fallidos como la venta de la banca mexicana o las empresas rusas que dieron pie al surgimiento de una oligarquía.
“Ahora que los capitales están saliendo de sus economías, las naciones emergentes necesitan retomar el camino de las reformas, incluyendo las privatizaciones y una menor injerencia del gobierno en la economía.
“En los últimos años, la rentabilidad de las empresas estatales ha estado descendiendo”, destaca el WSJ.
Recomienda que para recuperar el brío, los gobiernos de los mercados emergentes harían bien en reducir el rol del Estado y colocar una mayor parte de sus empresas en manos privadas. De otra manera, estas compañías seguirán “destruyendo riqueza y socavando las perspectivas de crecimiento económico de estos países”.
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