Y usted, ¿confía en Peña Nieto?
Más de mil feminicidios en el Estado de México cuando fue Gobernador. Encubrimiento para Arturo Montiel. El caso Paulette. Protección presidencial a los Salinas de Gortari. Liberación de Cassez y de Caro Quintero. Ocho mil muertos por la violencia. Disimulo ante enriquecimiento de Romero Deschamps. La economía en picada…
Estos, y otros episodios más, nos mueven a dudar de Enrique Peña Nieto. De su honestidad. De su eficacia. De su entraña. De sus promesas. De su compromiso. Y, sobre todo, del futuro de México.
Peña Nieto cumple ocho meses y medio en Los Pinos con demasiadas dudas. Con enarcamiento de cejas cada vez que habla –más allá de sus dislates recurrentes– o que asume alguna postura.
¿Cómo creerle a un Presidente cuando ante la denuncia opositora de que los programas para beneficio social se estaban utilizando en Veracruz con fines político-electorales, suelta una frase desafortunada y recomienda a la titular de la Sedesol: “No te preocupes, Rosario… tú aguanta”? Es más que una frase. Es una coraza de protección presidencial a la impunidad del PRI y de operadores de la secretaría cuando manejan despensas a cambio de votos. Nada menos.
Es Peña y sus dislates. Y sus disimulos. Y eso no pasa desapercibido.
Por eso no nos extraña que la aceptación ciudadana del Presidente de la República va a la baja. Sí, como la economía:
1) Reporta GEA-ISA que la aprobación a la gestión de Peña Nieto cayó, de marzo a junio, del 55% al 45 por ciento.
2) El diario Reforma señala que mientras Vicente Fox y Felipe Calderón mantenían una aprobación del 65% al cumplirse el primer semestre de su gobierno, Peña Nieto registró apenas 52%.
Aceptación muy baja para un Presidente que apenas inicia. Por algo, ¿no?
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Es muy difícil confiar en Enrique Peña Nieto no sólo por lo que ha solapado o ha dicho de manera errónea, sino también por los mensajes que envía como político. La forma es fondo, sin duda. Y el estilo de Peña Nieto es la de un político encubridor, poco afecto a combatir a la impunidad, formado bajo el tradicional esquema demagógico de la clase política mexiquense. Una fórmula simple pero de alto riesgo: no hablemos del tema y así lo ocultamos.
Cierto: se baja de intensidad a los problemas… pero no se resuelven.
Difícil confiar en Peña Nieto al oponerse a que, cuando era Gobernador del Edomex, se declarara la “alerta de género” a pesar de que más de mil mujeres habían sido asesinadas. “Resulta sospechoso que se hagan este tipo de señalamientos contra el Estado de México, justo cuando habrá elección para la gubernatura. Hay un interés político detrás de ello”, afirmó entonces Peña para quien, los feminicidios, entran en el rango de “interés político”. ¡Vaya!
Difícil confiar en Peña Nieto cuando cerró los ojos ante el enriquecimiento brutal de su padrino político, el ex Gobernador Arturo Montiel. Botón de muestra: tan sólo una propiedad de Montiel en Conjunto Residencial La Providencia y su departamento en París, sumaban 40 millones de pesos. Eso sin contar residencias e inmuebles restantes. El sueldo de Montiel como Gobernador era de 143 mil pesos mensuales. Que alguien le regale a Peña un ábaco para contar bien.
Difícil confiar en Peña Nieto cuando solapa que Montiel arrebate a sus hijos a Maude Versini. Es claro el asunto: la pelea de Versini no es contra su ex esposo, sino contra el Estado mexicano.
Difícil confiar en Peña Nieto al encubrir el caso Paulette, ya que conoció las declaraciones de los padres de la niña –Mauricio Gebara y Lisette Farah– de que ellos sabían dónde estaba oculta la niña, declarándolo en actas ministeriales a sólo tres días de su desaparición… y no se hizo nada para castigarlos. Peña fue cómplice junto con Alberto Bazbaz y Alfredo Castillo. (Paulette, lo que no se dijo, Martín Moreno, editorial Santillana/Aguilar).
Difícil confiar en Peña Nieto cuando uno de los primeros actos de su gobierno es brindar protección al clan Salinas de Gortari. ¡Sí, señor! A sus órdenes. Y por ello la simulación de que la PGR “apelara” la decisión de un Juez de exonerar a Raúl Salinas de enriquecimiento ilícito, y hasta ordenar que se le devuelvan todas sus propiedades y 224 millones de pesos. Regresó el PRI… y también los Salinas. ¡Vaya burla!
Difícil confiar en Peña Nieto porque su estrategia anticrimen se basa en una piedra angular: el silencio. El desaparecer el tema del discurso oficial. Pero aquí estamos para recordarlo: Lantia, consultora especializada en temas de seguridad, reporta… ¡ocho mil muertos en ocho meses de gobierno por la violencia! Mil al mes. 33 diarios. Y el lunes pasado, en Michoacán, una familia de siete fue ejecutada por un comando que hirió a nueve personas más. Mientras Peña se compara con Lázaro Cárdenas, mexicanos son masacrados.
Difícil confiar en Peña Nieto al mostrar disimulo con las liberaciones de la secuestradora francesa, Florence Cassez, pero sobre todo con la de Rafael Caro Quintero, que pega justo debajo de la línea de flotación de la cooperación bilateral México-Estados Unidos, y provoca la furia del Tío Sam. Edward Heath, quien fuera director regional de la DEA cuando ocurrió el asesinato del agente Kiki Camarena y que reconoció su cadáver, fue drástico: “Su liberación refleja la falta de cooperación del gobierno de Peña Nieto en comparación con Calderón”. Ni cómo defendernos.
Difícil confiar en Peña Nieto cuando en sus barbas –y en las de los mexicanos–, el líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, y sus hijos, se pasean en jets privados, viven en departamentos de lujo en Miami y viajan en yates anclados en Cancún. Y ya lo adelantó Peña el lunes pasado al presentar su propuesta chata de reforma energética: el sindicato no sufrirá afectaciones. Es decir: Romero Deschamps es intocable.
Difícil confiar en Peña Nieto cuando habla de un México próspero en sus discursos… y la realidad lo desmiente de punta a punta: entre mayo y junio salieron del país… ¡13,800 millones de dólares!, reporta el Banco de México, que pronostica crecimiento de sólo dos o tres por ciento en 2013; durante junio, el IMSS anota tan sólo… ¡2,519 nuevos empleos!, cifra menor en 97% respecto de igual mes del año pasado. Y se dio el octavo gasolinazo del año. Es la economía de la miseria. Que alguien despierte a Peña de sus finanzas oníricas.
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¿Se puede confiar en Peña Nieto?
Es un tema a discusión.
Lo que aquí presentamos es un breve recuento de su actuar como Gobernador, como Presidente. Y como ser humano.
Usted, lector de esta Red Pública, responda: ¿confía en Enrique Peña Nieto?
Twitter: @_martinmoreno
Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/13-08-2013/16668. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX
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