sábado, 31 de agosto de 2013

Yiriria Sierra - Siria

En este país, durante el régimen de Bashar al-Assad, según cifras del Observador Sirio de Derechos Humanos, han muerto más de 100 mil personas.


Barack Obama declaraba ayer que aún no se tomaba una decisión con respecto a Siria, pero que tampoco había duda de que Estados Unidos reaccionaría —incluso en solitario— ante el ataque del pasado 21 de agosto.
Aquel día, según los datos que recabó el gobierno estadunidense, fueron mil 429 sirios quienes perdieron la vida. De ellos, 426 eran niños. Y todos, lo afirma Barack Obama, fueron víctimas de armas químicas. Junto a JohnKerry, aunque él lo hizo horas antes, ayer el presidente de Estados Unidos aseguró que conocían los datos precisos de los lanzamientos de los misiles. “Afirmamos con alta confianza que el gobierno sirio llevó a cabo el ataque con armas químicas contra elementos de la oposición en los suburbios de Damasco el pasado 21 de agosto (...). Sabemos desde dónde fueron lanzados los cohetes y a qué hora; sabemos dónde impactaron y cuándo; sabemos que los cohetes procedían desde áreas controladas por el régimen y fueron dirigidos únicamente contra vecindarios controlados por la oposición”, decía John Kerry horas antes de que el presidente ofreciera una conferencia de prensa en la Casa Blanca acompañado de sus asesores militares.





Todos los datos de los que habló el secretario de Estado los tienen respaldados en fotografías y videos, conversaciones de funcionarios de alto rango del régimen, imágenes de satélite y hasta declaraciones de testigos y datos facilitados por organizaciones no gubernamentales (y uno que otro dato proporcionado por servicios de espionaje).
La amenaza que el uso de armas biológicas le representa a Estados Unidos, lo tiene buscando el respaldo de las principales potencias. Lo mejor para ellos sería no aventarse solos a otra guerra. Tal vez por eso lo único que se tiene planeado es una intervención “modesta”, por decirlo así. Sólo se harán presentes, aunque sin presencia de tropas. Lo que Estados Unidos quiere, por ahora, es que el régimen sirio sepa que le están siguiendo los pasos, cada día con una lupa más grande; que el ataque de hace unos días encontrará consecuencia. Ya sugirieron que no esperarán al reporte de la ONU. Actuarán cuando, decidan que sea el momento.
La crisis en Siria es otra más de esa larga lista de países de la región que debe el descontento de una parte de la población a la forma en que ha actuado el gobierno deAssad, quien es responsable de la muerte de cuatro manifestantes a su régimen el año pasado. Es a él a quien EU, Inglaterra y Francia acusan del ataque con armas químicas, lo que él ha dicho que es inconcebible. Pues no, por qué usarlas contra su propia gente.
Lo cierto es que también en Siria, durante el régimen deBashar al-Assad, según cifras del Observador Sirio de Derechos Humanos, han muerto más de 100 mil personas. ¿Cómo espera el presidente sirio ocultar tal cantidad de muertes? Todas producto de un conflicto que, como otros países de la zona, tiene como fondo un régimen intolerante a la oposición y un largo historial de abusos a los derechos humanos.


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