MÉXICO, D.F. (apro).- Como antaño, el gobierno prepara el terreno para actuar contra movimientos sociales: difamar es la clave, correr rumores, descalificar a dirigentes y luego, si no entran en cintura, hacer actuar las tanquetas con agua a presión.
La película, dicen quienes vivieron el movimiento estudiantil del 68, ya la vimos. La estrategia es la misma, para luego ir con todo en la represión.
En la Ciudad de México pudiera ser que no hubiera una matanza. Sin embargo, las tanquetas que el primero de septiembre se exhibieron en avenida Fray Servando y Congreso de la Unión podrían ser accionadas.
El Zócalo se ha convertido en una ratonera para la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Por eso, muchos maestros y maestras han emprendido la retirada; el temor empieza a apoderarse de ellos, los rumores de una represión o detención de los líderes se vuelven la constante del día.
Es curioso, pero justo un día antes de la gran marcha convocada por la CNTE y que aglutinó a maestros “del sector oficial” o personajes como Benjamín Segura, dirigente de la SNTE en Santiago Tuxtla, Veracruz, un diario nacional publicó la versión de que los secretarios seccionales conocieron el documento que se aprobó el uno de septiembre en Cámara de Diputados y ese mismo martes se avalaría en Senado.
Si la pretensión era desanimar al magisterio, el gobierno obtuvo un resultado contrario: logró una multitudinaria manifestación que llevó a maestros a tomar una zona federal, el aeropuerto de Baja California Sur, por dos horas; a concentrar a 17 mil maestros en Nayarit, un estado que tiene los controles gubernamentales bien aceitados en contra de la disidencia.
Las figuras visibles de la CNTE, Rubén Núñez de a sección 22 de Oaxaca, Juan José Ortega Madriga, de la 18 de Michoacán, Francisco Bravo sección 9 del Distrito Federal y Gonzalo Juárez de Guerrero, no esperaban tal convocatoria. Sabían que en el Distrito Federal la concentración sería nutrida, sin embargo nunca creyeron levantar tanto entusiasmo y coraje mostrado en las 22 entidades.
Ante el fortalecimiento del movimiento magisterial, dicen, seguirá la persecución.
Temen que cuando regresen a las entidades, “a seguir dando la resistencia civil y pacífica”, se les acuse de estar financiados por la guerrilla, de formar parte de las guardias comunitarias de Michoacán o Guerrero, incluso de la guerrilla en Oaxaca.
Esta semana que concluyó ya enfrentaron las versiones de que habían “vendido al movimiento”, de que “habíamos negociado por separado en Gobernación”, “de que traemos una agenda estatal y no nos interesa la educación”.
Sobre Rubén Núñez, líder de la Sección 22 de Oaxaca, cayeron las primeras suspicacias. Y es que José Murat, exgobernador de Oaxaca y quien ha participado en algunas de las estrategias para acelerar las aprobaciones de las leyes secundarias en materia educativa, sabe cómo convencerlos de que desistan de sus luchas. Por lo menos son parte de las habilidades que se le atribuyen. Así es que rápido corrió la versión de que podría haber convencido a Núñez de hacer a un lado al movimiento.
Rubén Núñez lo rechaza en forma tajante. Incluso dice no tener idea de porqué lo abuchearon los maestros de su sección, que el jueves por la tarde bloquearon avenidas aledañas al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. “Lo desmiento, no tengo ningún asunto que ocultar sobre las negociaciones. Y tampoco tengo idea de por qué me abuchearon si cumplimos con los acuerdos de la asamblea: ir a negociar el tema local en Gobernación”.
Del lado de los políticos, éstos no tardan en declarar que así son los movimientos, que en el caso de la CNTE cada estado “trae su agenda”; unos piden dinero, otros plazas, otros mejoras escolares, otros pago de adeudos, etcétera. Para estos políticos el movimiento magisterial desmerece en autenticidad y es fácil de corromper.
El dinero forma parte de la primera página del manual de gobierno para acabar con un movimiento. Si no funciona le sigue la difamación; si tampoco resulta le sigue la amenaza, fincar delitos, encarcelar a los líderes… y si aun así éstos no atienden ni entienden, pues ahí están las tanquetas de agua a presión, la represión a cuentagotas.
En el gobierno hay quien clama por que ya se encarcele a “esos líderes” y entre la población capitalina hay quien exige “reprimir a esos maestros flojos y rijosos”. Todo esto podría no ocurrir en la Ciudad de México, pero sí en los estados. Ahí, lejos de reflectores, en comunidades lejanas, en medios de comunicación aún más coptados que los del centro del país, es mucho más fácil.
La estrategia ya está en marcha. La política difícilmente prevalecerá, pues quienes están al mando del gobierno, que por supuesto no es Enrique Peña Nieto, no saben cómo hacerlo, les falta oficio, es más fácil para ellos aplastar —como sucedió con Acteal o Atenco— que usar la cabeza.
Pero si hoy es el conflicto magisterial, mañana será la reforma hacendaria y a partir de este domingo se verá la reforma energética y el rechazo popular. Claro, todo sin contar la minicrisis económica con la que cerrará el cuarto trimestre del año e iniciará el 2014…
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx
Twitter: @jesusaproceso
Twitter: @jesusaproceso
Leído en http://www.proceso.com.mx/?p=352111
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, sean civilizados.