sábado, 12 de octubre de 2013

Francisco Martín Moreno - Entre AMLO y Videgaray

Si alguien apuesta todo su patrimonio político y económico a la ruina del gobierno de Peña Nieto ese personaje, de triste recuerdo y presencia, se llama López Obrador. 
Basta con ver sus constantes mítines callejeros en los que únicamente se escuchan gritos desprovistos del menor argumento racional orientados a impresionar a miles y miles de acarreados transportados en camiones de lujo de diversas partes del país, para comprobar la impresionante capacidad financiera de muy oscuros orígenes con la que promueve sus ideas falsas entre personas que sabe idiotas.




Solo que en el seno del mismo gabinete de Peña ha surgido un aliado camuflado de AMLO, cuyas decisiones y propuestas aplaude a rabiar el tabasqueño al estar dirigidas igualmente a la catástrofe de México. Tanto AMLO como Videgaray habrán lamentado en su soledad cuando el Congreso rechazó la imposición del IVA a colegiaturas, a rentas y a intereses hipotecarios. En estos momentos estarán elevando sus plegarias para que se imponga el IVA a la venta de casas, a la industria maquiladora y a las transacciones en la frontera norte, de la misma manera en que estarán moviendo a sus alfiles en el Congreso para que a las personas físicas se les prive del derecho a cualquier deducción en su declaración del ISR. 
Cuando el día de ayer anunció el FMI que México crecería en 2013 a una tasa del 1.2 por ciento, menor al promedio mundial, AMLO habría festejado la noticia sin saber que todo apunta a un crecimiento no mayor a un 0.5 por ciento —o sea a un NO crecimiento— gracias a las políticas suicidas del Secretario de Hacienda, el peor del que se tenga memoria en la historia moderna de México. Todo lo anterior, claro está, en el contexto de las promesas de Peña Nieto orientadas a erradicar el hambre y a estimular el empleo, objetivos que ya no alcanzará en el primer año de su administración que ha desperdiciado miserablemente sin que la tan cantada justicia social se vea por ningún lado.
A la inversa de lo que acontece en el mundo, Peña no reducirá el gasto público, sino que lo incrementará hasta tres tantos del índice de crecimiento del PIB; no creará empleos, sobre todo a través de las PYMES, se disparará el número de “ninis” y, a cambio, provocará recesión con inflación, el fenómeno con el que despedirá el 2013. 
Peña contratará deuda pública en términos temerarios para volver a comprometer la estabilidad cambiaria y desmantelar los blindajes que los mexicanos habíamos armado para salir a salvo de las turbulencias financieras. 
Tan solo en el 2014 endeudará al país a razón de 265 mil millones de pesos para financiar, entre otros rubros, el seguro universal a personas mayores y el del desempleo, o sea el populismo de izquierda en una nación sepultada en carencias en lugar de invertir en obras de infraestructura. 
Hubiera sido más simple incrementar 1 por ciento el IVA universal para gravar a los informales que representan el 33 por ciento del PIB nacional, sin preocupar a la inversión extranjera ni provocar en el corto plazo la fuga de capitales. 
Los mexicanos debemos gritar hasta desgañitarnos para desarmar a tiempo esa mancuerna AMLO-Videgaray antes de que se vuelvan a destruir los justificados anhelos por tener un México más justo y próspero. 


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