miércoles, 25 de diciembre de 2013

Raymundo Riva Palacio - Lo que escondieron a Peña



ESTAMBUL, Turquía.—Si alguien piensa que el presidente Enrique Peña Nieto vive en una burbuja, su visita de cuatro días a Turquía, puede darles la razón. Peña Nieto estuvo cuatro días en esta nación, la misma semana en la que se desencadenó la mayor revuelta política interna que haya enfrentado el primer ministro Recep Tayyip Erdoğan en más de una década en el poder, al abrirse una masiva investigación por corrupción que tocó a su élite del poder. No despegaba aún el mandatario mexicano de Ankara, cuando 49 personas cercanos a Erdoğan fueron detenidos, incluidos los hijos de dos de sus ministros.

¿Qué sucedía cuando el presidente Peña Nieto hablaba con Erdoğan, se reunía con grupos empresariales, firmaba convenios comerciales y realizada una visita turística a Éfeso, donde están los vestigios de lo que fuera la gran metrópoli cosmopolita, comercial y multicultural del Siglo I? La policía preparaba las órdenes de captura de las 49 personas, de las cuales 33 fueron dejadas en libertad el sábado, incluido el alcalde de uno de los distritos de Estambul y un magnate constructor, hijo de otro ministro del gobierno turco.







Menos de un día después de que el Presidente tomara el avión de regreso en Ankara, la capital turca entraba en ebullición. Un total de 16 personas, entre las que se encontraba el gerente general del banco estatal Halkbank, fueron acusadas formalmente el sábado de corrupción; los hijos de los ministros del Interior –el equivalente al secretario de Gobernación- y de Economía, fueron señalados en la investigación de recibir sobornos o de ser facilitadores de entregarlos a funcionarios del gobierno, de acuerdo con la agencia de noticias privada Dogan.

Erdoğan reaccionó inmediatamente el domingo y removió a 70 jefes policiales, incluido el poderoso jefe de seguridad en Estambul, aparentemente en represalia por haber realizado la investigación a espaldas de los más altos funcionarios del gobierno, mientras miles marcharon en esta capital gritando que “en todos lados hay corrupción”. El primer ministro dijo que había “grupos internacionales” en una “alianza oscura” que querían derrocar su gobierno. No identificó a nadie, trabajo que hicieron los periódicos pro-gubernamentales, que acusaron al embajador de Estados Unidos, Francis Richarccione de ser la mano que movió la cuna turca.

El presidente Peña Nieto tenía pensado realizar una visita a Turquía desde otoño, a fin de construir un bloque de países emergentes con economías de punta, pero por razones de la negociación de la reforma financiera primero, y después por los ciclones “Ingrid” y “Manuel”, se pospuso. La cancillería trabajó para que la visita se reprogramara este mismo año, sobretodo porque en marzo hay elecciones generales en este país y no querían que se contaminara con ese proceso. Pero la visita se contaminó con el ante proceso y, peor aún, explotó durante la visita de Estado.

Pésimo cálculo e información llevó al Presidente a Turquía, o definitivamente era imposible posponer una vez más el viaje. En todo caso, la visita fue en un momento muy desafortunado que, sin embargo, se habría podido prever una crisis en ciernes para neutralizar daños. Hace varias semanas se habían tensado las relaciones de Turquía con Estados Unidos, porque el gobierno de Barack Obama presionó al Halkbank a frenar sus negocios con Irán –le compraba hidrocarburos con liras turcas convertibles a oro-. Las fricciones no eran nuevas y se sumaron a las crecientes críticas de Fethullah Gulen, antiguo aliado de Erdoğan y hoy, desde Estados Unidos donde vive, su principal enemigo.

El gobierno mexicano no parece haber tomado eso en cuenta. Pero la crisis desatada en Turquía mientras Peña Nieto la visitaba, muestra que soslayar esa variable fue un error. La purga de jefes policiales obedece, de acuerdo con la prensa, a la influencia que tiene Gulen sobre ellos. Este lunes, las acciones de las empresas que están vinculadas a su movimiento se desplomaron, mientras que en otra señal de la tensión, Turkish Airlines, con la que Aeroméxico recientemente firmó un convenio para establecer una ruta directa entre Ankara y la ciudad de México, retiró la distribución de periódicos gulenistas. El endurecimiento político del gobierno de Erdoğan se intensificó mientras el escándalo de la corrupción entre la élite gobernante sigue creciendo y tiene ramificaciones internacionales y comerciales.

La visita de Estado a Turquía fue la 18 del año, que concluyó el presidente Peña Nieto de manera muy activa. Pero no necesariamente muy eficiente, al estar bajo fuego el gobierno con el cual firmó acuerdos y de alguna manera, ante los ojos de muchos, legitimó en el peor momento de su gestión. Las fotografías con implicados políticamente en actos de corrupción acompañadas por aquellas que son más bien propias de un turista, no dejan bien parado al Presidente mexicano ante una comunidad internacional que está presionando a Erdoğan, y que a nivel interno reflejó vulnerabilidad.

¿Cuál es la secuela de la visita del primer mandatario mexicano en funciones a Turquía? Qué importa, porque no importa nada. En este contexto, volver a cambiar la visita era un grito o, en el peor de los casos, dejar claro en Los Pinos lo que estaba por venir. De esa forma, habrían evitado un momento bochornoso para el presidente Peña Nieto en aquellos países donde la geopolítica sí existe.


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