"Bloquear es la única manera de que te volteen a ver."
Luis Manuel Ruiz, líder magisterial
Parecería una obra de teatro del absurdo. Un grupo de apenas un centenar de maestros de la CNTE se presentó este 23 de enero a protestar frente a las oficinas de la representación del Gobierno de Yucatán en la Ciudad de México. La casa, sin embargo, estaba vacía. Los burócratas que usualmente despachan en el lugar estaban ya de vacaciones. Pero ese detalle no importó. Los maestros protestaron ahí un buen rato y bloquearon el tránsito en la pequeña calle de río Atoyac, afectando principalmente a las personas que ahí habitan.
Uno pensaría que no tiene ningún sentido protestar ante una casa vacía, pero en el caso de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación poco importa dónde se proteste: lo importante es bloquear alguna calle y llamar la atención de los medios.
Las manifestaciones en México son un negocio. En el caso de la CNTE ese negocio es la razón fundamental de la existencia de la organización. La Coordinadora es una mafia de extorsión. No tiene ningún deseo de impartir una educación de calidad a los alumnos en los lugares en que opera. Su propósito es mantener un flujo de recursos para la organización, para los líderes y para los agremiados.
La CNTE nunca he llevado a cabo una huelga legal. Nunca ha emplazado a las autoridades y exigido de manera formal una serie de exigencias para la firma o renovación de un contrato. Esto obligaría a aceptar el orden legal que establece reglas para las huelgas y que otorga a la Junta de Conciliación y Arbitraje la facultad de decidir si son legales o no. La organización ha encontrado que es mucho más rentable declarar paros en el momento en que se le antoje, sin emplazamientos previos o molestas decisiones de la autoridad, y tomar a los ciudadanos de rehenes para exigir dinero o tratos de privilegio. Como los gobiernos han cedido una y otra vez a estos chantajes, la táctica ha permitido al sindicato convertirse en un magnífico negocio.
Los maestros que acudieron al plantón de este 23 de diciembre frente a las oficinas de representación de Yucatán en la Ciudad de México probablemente no sabían que la casa se encontraba vacía. Pero eso no importa en una manifestación de esta naturaleza. La mayor parte de quienes asisten lo hacen porque participar en las movilizaciones que ordena la dirigencia es la manera de obtener plazas y ascensos que se traducen en mayores ingresos. El que el plantón se haya hecho frente a una oficina vacía poco importa. Lo único relevante es que se tome lista a los maestros que participan en la movilización para que se les tome en cuenta en el reparto de utilidades del negocio de extorsión.
La reforma educativa constituye una amenaza a este negocio. El que las contrataciones de nuevos maestros y los ascensos sean definidos por la capacidad o el desempeño académico pone en riesgo un sistema en el que los líderes se han repartido los despojos de la educación para beneficiarse primero ellos y después a los maestros leales. Por eso tampoco ha aceptado la CNTE que el Inegi realice un censo de escuelas, maestros y alumnos. El recuento detallado amenaza con dejar al descubierto una parte importante del negocio, las plazas que reciben sueldo sin trabajar. De hecho, 460 escuelas que los contribuyentes sostienen con los impuestos simplemente no se encontraron. Alguien se embolsa de manera indebida los sueldos y gastos de esas escuelas.
Es verdad que la reforma educativa por sí sola no resolverá el problema de la calidad de la educación en México. No mejora los programas educativos. Es una reforma administrativa. Pretende saber a quién se le paga y a cambio de qué. Quizá no sea la esperada reforma por la calidad, pero sí permite saber cuánto dinero está siendo ordeñado de un sistema corrupto y quién se está quedando con él.
Aun en los peores años los mexicanos encuentran el ánimo para reunirse con sus familias en estas épocas. Sí, es una fiesta que se ha comercializado, pero sigue teniendo un encanto especial. Feliz Navidad a todos.
Twitter: @sergiosarmient4
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