Alejandro Sánchez Camacho, secretario general del PRD, declaró recientemente que la izquierda no tuvo capacidad para impedir la aprobación de la reforma energética, debido a la ausencia de Andrés Manuel López Obrador.
En realidad, el debilitamiento del socialismo en México se debe a otras razones. Sin duda, al daño que le ha provocado un liderazgo tan violento, dogmático y radical como el de López Obrador, y a que otros líderes de izquierda, con un pensamiento más moderno, no se atreven a romper con el Mesías.
Sus razones tendrán para seguir atados a un ancla que empina cada vez más la proa del PRD y que le impide asumir posiciones vanguardistas en un momento de grandes transformaciones, donde la izquierda se convierte cada vez más en un ratón que chilla y patalea, sin capacidad para ser protagonista del cambio.
El saldo para el PRD y Morena en 2013 es negativo. Convertirse en segunda fuerza en las elecciones federales del 2012 no les ha servido de gran cosa. Salvo para reciclarse como una oposición que sólo sabe bloquear calles, organizar manifestaciones y plantones, expresiones de las que por cierto la ciudadanía está harta.
La violencia que avalan y apoyan en la calle adquiere siempre más notoriedad que las propuestas legislativas que puedan llegar a hacer. Ningún perredista fue capaz de defender la autoría de las modificaciones incorporadas a las reformas educativa, fiscal y energética. La izquierda prefirió seguir apareciendo en las pantallas de televisión como el rostro intransigente que no acepta nada, salvo lo que está escrito en su diccionario.
El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, acusó a los críticos de la reforma energética de alentar el encono y de estar anclados en el pasado. El pasado que puede servir para construir futuro o para quedar sepultado en él.
Y efectivamente, la incapacidad de la izquierda por convertir sus principios en punta de lanza del siglo XXI, la ha hecho aparecer como los verdaderosdinosaurios.
¡Quién lo iba a decir! Aquellos que siempre acusaron al PRI de representar la cultura política más autoritaria y reaccionaria e inmovilista del país, se han quedado atrapados en la Era Mesozoica.
La izquierda es autora de su propia tragedia. Es un paciente psiquiátrico inmerso en sus obsesiones, delirios y actitudes esquizoides. Ahí está su insistencia en revocar la reforma energética por la vía de una consulta popular, cuando uno y otro experto les ha asegurado que una modificación constitucional sólo puede ser anulada reponiendo todo el procedimiento legislativo.
Y si no es esquizofrenia, entonces cómo explicar que PRD, PT y Morena insistan en utilizar los tiempos asignados a los partidos en medios de comunicación para prometerle a los mexicanos lo que jurídicamente es imposible de lograr.
¿Hacia dónde va la izquierda? Un tema que ocupa y preocupa, sobre todo porque conforme transcurre el tiempo más extraviada y anárquica se ve. Su desvarío se ha vuelto un tema central, no solo para la defensa útil de las causas sociales sino para los equilibrios efectivos de la democracia.
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