Ante el flagelo del secuestro, todos han fracasado; partidos, políticos, gobiernos y poderes del Estado. Fracasaron los ex presidentes Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón; casi dos décadas en las que se disparó de manera escandalosa el secuestro.
Y fracasaron los gobiernos federales de los últimos 20 años porque al tiempo que colocaron la prioridad en el combate al narcotráfico, poco o nada hicieron contra un delito igual o más pernicioso para miles de mexicanos: el secuestro. Y es que el secuestro debe ser colocado como la mayor prioridad de las políticas contra la violencia y el crimen, sobre todo ante el cambio de paradigma.
Es decir, mientras que se piensa en legalizar la mariguana, nadie piensa en el fortalecimiento de la lucha contra el crimen que ocupa el segundo lugar en la rentabilidad: el secuestro. Nadie quiere ver que cuando las bandas criminales ven cerrado el negocio de la droga se diversifican al que sigue en rentabilidad. Y ese negocio se llama secuestro. ¿Cuántos recursos materiales, económicos y técnicos dedican los gobiernos federales a la lucha contra el narcotráfico y cuántos al secuestro?
En el Distrito Federal fracasaron desde Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador —que incluso se burló de los manifestantes contra el secuestro—, hasta los fracasos de los interinos Rosario Robles y Alejandro Encinas. Pero también fracasó Marcelo Ebrard. Todos ellos prometieron acabar con el secuestro y todos fueron derrotados por una de las mafias más rentables.
Y es que desde que existen gobiernos elegidos en la capital del país —desde 1997—, el pecado capital de los gobernantes del DF es el crimen organizado. Ninguno de los gobernantes del PRD se atreve a reconocer que en la capital del país predominan las bandas criminales. En el Distrito Federal “no opera el crimen organizado”, han dicho Cárdenas, AMLO, Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera. Y será el sereno, pero el DF está entre las diez entidades con más secuestros. Y el secuestro no lo llevan a cabo bandas aisladas.
Pero también en los últimos 20 años fracasaron decenas de gobernadores de todas las entidades del país, al extremo de que en casos como el del veracruzano Fidel Herrera, su gestión no fue señalada por la voz popular como la de un gobernador de Veracruz sino como la del verdadero jefe de la banda de secuestradores, vinculada con Los Zetas.
Pero más allá de los dichos, en todos o casi todos los gobiernos estatales hablan los hechos. ¿Y cuales son los hechos? Casi nada, que los mandatarios estatales no sólo no han cumplido su responsabilidad en materia de secuestro sino que se han burlado de la sociedad a la que dicen gobernar. Y es que al no convertir en instituciones efectivas a las comisiones antisecuestro que prometieron crear, en realidad solapan a los secuestradores. ¿Cuántos gobernadores —sea por apatía, dejadez o valemadrismo—, incurren en complicidad con las bandas de secuestradores al ser omisos de su responsabilidad frente a ese secuestro?
Pero el fracaso no sólo se puede acreditar al Ejecutivo Federal y tampoco a los ejecutivos estatales. No, lo cierto es que también fracasaron el Poder Legislativo federal, que fue capaz de poner de acuerdo a diputados y senadores de todos los partidos para sacar adelante importantes reformas constitucionales —como las reformas de telecomunicaciones, energética y político electoral—, pero han sido incapaces de crear las leyes y hacer las reformas necesarias y que reclama la sociedad para combatir el secuestro.
Resulta de risa loca que desde 1968 —pasando por los importantes cambios político electorales de 1989, 1996, 2007 y 2013—, los partidos políticos han sido capaces de construir por lo menos diez reformas en materia electoral para garantizar el sufragio efectivo y las elecciones creíbles, pero en todos esos años no han sido capaces de ponerse de acuerdo para construir las leyes que requiere la lucha contra el secuestro. ¿Por qué? Porque a los partidos y a los políticos les importa su negocio, el poder, no lo que le importa a los ciudadanos, como la seguridad. Y eso es complicidad.
Y en el secuestro también falló el Poder Judicial; uno de los Poderes más corruptos —como ayer lo demostramos—, del Estado mexicano. El gobierno federal puede hacer mucho para combatir el secuestro, pero de poco servirá si los otros fallan. ¿Por qué creer que es la buena?
EN EL CAMINO
Vergüenza para la democracia mexicana el elogio de Peña Nieto a la dictadura de los Castro. ¿Qué ganamos? ¿El sueño de la Unión Latinoamericana? Al tiempo.
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