miércoles, 26 de febrero de 2014

Eduardo Ruiz Healy - Los socios del Chapo y sus adversarios

Joaquín “EL Chapo” Guzmán y los jefes de las demás organizaciones criminales que operan en nuestro país pueden estarse matando entre ellos pero a la hora de administrar e invertir las ganancias que les dejan sus actividades criminales recurren a las mismas personas e instituciones expertas en el arte del lavado de dinero.

¿Cómo se hace para que las decenas de miles de millones de dólares que obtiene la delincuencia organizada ingresen a la economía formal de México, Estados Unidos y los demás países en donde opera? ¿Quiénes la ayudan a lavar ese dinero? ¿Quiénes son los expertos que la asesoran? ¿Cuáles son las empresas que se prestan a lavar esos recursos? ¿Cuáles son los bancos y demás instituciones financieras que mueven esas enormes cantidades de efectivo de una ciudad a otra y de un país a otro?






Es obvio que quienes están involucrados con el manejo y administración de los recursos de narcotraficantes, secuestradores, extorsionadores, tratantes de personas, contrabandistas de migrantes, contrabandistas de innumerables productos, falsificadores de todo tipo, robacoches y demás criminales muy bien organizados son verdaderos expertos, hombres y mujeres muy bien capacitados y colocados en cargos importantes dentro de empresas privadas, despachos de asesoría fiscal y financiera, agencias aduanales, compañías de transportación por tierra, aérea y marítima y otras que se usan para lavar tanto dinero sucio.
Por eso, siempre me ha causado risa cuando la Procuraduría General de la República presenta a algún vulgar matasiete que fue capturado por la autoridad y lo describe como “el operador financiero” de algún cártel o banda. Tal vez lo denomine así por ser el encargado de distribuir sobornos entre policías y funcionarios públicos, pero de ahí a ser un “financiero” existe una distancia intergaláctica.
Hace un par de años nos enteramos que el banco HSBC México envió miles de millones de narcodólares a Estados Unidos. Ayer nos enteramos que, de acuerdo al Subcomité Permanente de Investigaciones del Senado de Estados Unidos, el banco suizo Credit Suisse Group ayudó a sus clientes de ese país a ocultar unos 10 mil millones de dólares del Internal revenue Service, que es el SAT estadounidense y que mil 800 empleados del banco son quienes participaron en dicho ocultamiento. En ambos casos, los bancos fueron multados con montos que son ridículos si se toman en cuentas las cantidades de dinero involucradas en los malos manejos y, peor aún, ninguno de sus funcionarios y empleados fueron sancionados.
También hace unos años un distinguido economista mexicano me platicó como un banco de inversión neoyorquino invertía el dinero de un narco mexicano en diversas empresas asiáticas y africanas.
A raíz de la captura del Chapo Guzmán muchos nos preguntamos si será interrogado sobre las empresas y empresarios, tanto en México como en otros países, que lo ayudaron a lavar decenas de miles de millones de dólares durante su carrera criminal. Nos preguntamos si el gobierno mexicano tendrá el valor para hacer pública la lista de esos socios que ante la sociedad hoy se presentan como individuos respetables, muchos de ellos seguramente muy influyentes. Nos preguntamos si se atreverá a fincar cargos contra cada uno de ellos y buscar que reciban su merecido castigo por el gran daño que le han hecho a la sociedad mexicana.
¿Se atreverá el gobierno a perseguir a estos socios del Chapo que probablemente también son socios de otras organizaciones criminales?
El tiempo lo dirá, pero tengo razones fundadas para ser escéptico. Una de ellas es el caso del HSBC, en donde a final de cuentas no pasó nada. Impunidad absoluta.
Espero equivocarme.


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