sábado, 1 de febrero de 2014

Jaime Sánchez Susarrey - Hechos y aciertos

Jaime Sánchez Susarrey
1 Feb. 14

Los grupos de autodefensa nacieron a principios de 2013. La respuesta de Los Caballeros Templarios fue inmediata. Sitiaron los municipios de Buenavista Tomatlán y Tepalcatepec. Las autoridades federales, para no hablar de las locales, se hicieron de la vista gorda. Fue hasta que la prensa nacional e internacional hizo sendos reportajes que el gobierno federal decidió intervenir.

Dicho de otro modo, si las autodefensas se hubieran encomendado a las autoridades estatales y municipales habrían sido borradas del mapa. La intención de Los Templarios era estrangular al movimiento y a las comunidades que lo apoyaban. Los ciudadanos levantados en armas sobrevivieron por sus propios medios.

La fuerza de los Templarios en Tierra Caliente condujo al sometimiento de cabildos y policías municipales. La figura del Estado, como el monopolio legítimo de la fuerza, se convirtió en un instrumento de los criminales. Y no sólo en el ámbito local, sino también en el estatal. Porque el enorme poder de los Templarios contaba y cuenta con la complicidad y tolerancia de políticos y funcionarios prominentes.








Es por eso que los ciudadanos no tenían más que dos alternativas: armarse para defenderse o permanecer sometidos al robo, chantaje, derecho de piso, violaciones y asesinatos. En el entendido que la situación, lejos de mejorar, empeoraría: la violencia y los excesos que se cometían crecieron en espiral: entre más sometidos, más ultrajados.

Al organizarse para defenderse, los ciudadanos se ampararon en los artículos 10 y 16 de la Constitución que establecen el derecho a la legítima defensa y facultan a cualquier civil a detener a quien esté cometiendo un delito. El hecho de que esos derechos se ejerzan colectivamente, dada la fuerza del crimen organizado y la ausencia del Estado, no los abroga.

Las autodefensas han sentado ya un doble precedente: el primero, que los ciudadanos tienen la capacidad y la fuerza para enfrentar a los criminales; el segundo, que sus acciones han sido más efectivas que las de las Fuerzas Federales.

Porque después de haber resistido y sobrevivido al cerco, las autodefensas se fortalecieron y, por primera vez, han hecho recular a Los Templarios. Lo que ha ocurrido evoca el viejo principio de Nietzsche: lo que no te mata, te fortalece.

La importancia de este hecho debe ser bien sopesada. Felipe Calderón declaró la guerra al crimen organizado y utilizó toda la fuerza del Estado (Marina, Ejército, Policía Federal) para recuperar Michoacán. Al cabo de su sexenio, el resultado se puede resumir en cuatro palabras: fue un completo fracaso.

De ahí un doble corolario: a) el gobierno federal tiene en las autodefensas un aliado estratégico fundamental; b) sin este nuevo factor, que apareció en 2013, es muy probable que el despliegue de las fuerzas federales terminara por reeditar el fracaso del sexenio anterior.

Frente a las autodefensas, el gobierno federal no tenía más que dos alternativas: la primera, como sostenía el ala dura del gabinete, era enfrentarlas y desarmarlas; la segunda, era actuar imaginativa y creativamente para abrirles espacios legales e institucionales.

Las consecuencias de la primera opción hubieran sido nefastas: enfrentamientos con las poblaciones, derramamiento de sangre, arresto de civiles, que no habrían cometido otro delito que armarse para defenderse, y fortalecimiento del crimen organizado.

No sobra recordar que el desarme de las autodefensas era sostenido por el gobierno de Michoacán, particularmente por el secretario Jesús Reyna, pero también por los Templarios. La Tuta subió a Youtube un video en que exigía, ni más ni menos, que el Estado actuará conforme a derecho y desarmara a las policías comunitarias.

La opción que tomó el gobierno federal de legalizar las autodefensas es sensata. El comisionado Alfredo Castillo hizo muy bien en reconocer dos hechos fundamentales: la ausencia o incapacidad del Estado para preservar la paz y la seguridad de esos ciudadanos; la valentía de quienes se organizaron para defenderse de los criminales.

El mecanismo para que las autodefensas se institucionalicen será doble: por la vía municipal, poniéndose al servicio de su cabildo; por la vía de pelotones rurales de defensa, que estarán bajo el mando del Ejército.

La institucionalización de las autodefensas fue un paso en la dirección correcta. Faltan otros dos igualmente importantes: la detención de los jefes Templarios; la identificación y arresto de los funcionarios y políticos que son sus cómplices. Prueba de fuego para EPN.


@sanchezsusarrey


Leído en http://noticias.terra.com.mx/mexico/jaime-sanchez-susarrey-hechos-y-aciertos,5f040ce930ee3410VgnVCM10000098cceb0aRCRD.html

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