jueves, 13 de marzo de 2014

Eduardo Ruiz Healy - Joel Ortega Cuevas: un abominable parricida político

Joel Ortega Cuevas, el director general del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC) de la Ciudad de México, fue quien anunció anteayer el cierre de 12 de las 20 estaciones de la Línea 12 del Metro. El hecho de que precisamente él haya sido el portador de la mala noticia debe haberle dolido muchísimo a su exjefe Marcelo Ebrard, quien difícilmente se recuperará del escándalo en que se ve involucrado después de saberse que la obra que contrató y supervisó su gobierno puso en alto riesgo la integridad física de sus casi 450 mil usuarios.

Si fuera yo mal pensado, cosa que no soy, diría que Miguel Ángel Mancera, el sucesor de Ebrard al frente del gobierno del DF (GDF), colocó en la dirección del STC a un leal ebrardista, como lo es Ortega, sabiendo que la Línea 12 fue mal construida y que tarde o temprano ésta debería cerrarse parcial o totalmente antes de que ocurriera un accidente fatal. Y es que es difícil imaginar un golpe más contundente contra Ebrard que el que le propinó su exsubordinado al anunciar que la llamada Línea Dorada fue mal construida por él.






Porque es indudable que Ortega es el hijito político de Ebrard. Durante la administración presidencial de Carlos Salinas (1988-94), cuando ambos eran priístas, el primero trabajó bajo las órdenes del segundo, primero como director general Regional Norte de la Secretaría General de Gobierno, y luego como director general de Autotransporte Urbano del entonces Departamento del DF (DDF). Recordemos que durante esos seis años Ebrard fue el segundo hombre más poderoso del DDF después del titular del mismo, Manuel Camacho Solís.

En octubre de 1995 Ebrard renunció al PRI, dos meses antes de que lo hiciera Camacho. Con ellos se fueron muchos exsalinistas, entre ellos Ortega. En 1999, Camacho y Ebrard anunciaron la creación del Partido del Centro Democrático (PCD) que, como su nombre lo indicaba, no era ni de derecha ni de izquierda. Es más, el 15 de marzo de 2000, el mismo Ebrard aseguró, con el aplomo que lo caracteriza, que “ni yo ni el PCD somos de izquierda”.

Para las elecciones federales de 2000 el PCD postuló a Camacho como su candidato a la presidencia y a Ebrard como su abanderado a la jefatura del Gobierno del DF (GDF). Éste, días después de decir que no era de izquierda, declinó su candidatura a favor del entonces perredista Andrés Manuel López Obrador. El 2 de julio de ese año Camacho apenas obtuvo el 0.55% de los votos pero López Obrador ganó la jefatura del GDF.

Ese 2 de julio el PCD perdió su registro, pero Ortega, como candidato por la llamada Alianza por el Cambio (PRD, PT, CDPPN, PSN, PAS y PCD), ganó por estrecho margen la jefatura delegacional de Gustavo A. Madero.

De 2000 a 2002, Ebrard formó parte del consejo de asesores de López Obrador, quien en 2002 lo designó secretario de Seguridad Pública del DF (SSPDF). Un año después, al concluir su gestión al frente de la Gustavo A. Madero, Ortega Cuevas ocupó el lugar de Ebrard en dicho consejo.
El presidente Vicente Fox removió a Ebrard de su cargo el 6 de diciembre de 2004, después de que en Tláhuac una turba linchara a tres policías federales. Por sugerencia de Ebrard, quien luego fue nombrado secretario de Desarrollo Social del DF, López Obrador nombró a Ortega como nuevo titular de la SSPDF.

Dos años después, el 5 de diciembre de 2006, al asumir la jefatura del GDF, Ebrard ratificó en su puesto a Ortega. En julio de 2008 éste fue forzado a renunciar después de los fatales sucesos en el antro New’s Divine, lugar en donde una acción policiaca por él ordenada causó la muerte de 12 personas.

Esta breve reseña permite constatar que quien anteayer virtualmente arruinó la carrera política de Ebrard es su hijo político, el hombre que le debe todo el dinero y poder que tiene o haya tenido.
Por ello, Joel Ortega Cuevas es un parricida. Mató a su papá político y, aparentemente, no lo pensó dos veces antes de cometer crimen tan abominable.


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