sábado, 15 de marzo de 2014

Jaime Sánchez Susarrey - ‘El Chayo’

El Gobierno federal no se equivocó. Las autodefensas han sido claves para la ofensiva en Michoacán. Lo que parecía imposible, se está consumando al cabo de un año. El cártel de los Templarios está siendo desarticulado.

No sólo eso. La fuerza que ha derrotado a los criminales no es exclusivamente federal. De manera tal, que el retiro del Ejército y Marina, que en algún momento tendrá que ocurrir, no dejará un vacío que los criminales volverán a ocupar.

También acertó al concentrar su ofensiva en los negocios de los Templarios, particularmente en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Porque resulta increíble que controlaran la minería y uno de los dos puertos más importantes del Pacífico sin que nadie supiera ni hiciera nada.

La muerte de “El Chayo”, “El más loco”, Nazario Moreno, líder fundador de La Familia, es clave en este proceso. Cabe recordar que las autodefensas denunciaron, una y otra vez, que “El más loco” no había muerto, como se había asegurado durante el Gobierno de Calderón.






Estamos, sin duda, en el preludio de la detención o muerte de “La Tuta”. Por razones evidentes, es indispensable que Servando Gómez Martínez sea capturado vivo a fin de desenredar la madeja de complicidades entre delincuentes, políticos y empresarios.


El descabezamiento de los Templarios es, con razón, una de las exigencias de las autodefensas para desarmarse. Lo han dicho una y otra vez. No entregarán las armas hasta que caigan “El Chayo”, “La Tuta”, “El Kike” y el resto.

Al César lo que es del César... el Gobierno federal está cumpliendo. Como consecuencia, la integración de las autodefensas en los Pelotones Rurales de Defensa será mucho más fácil y ordenada.

Lo que está ocurriendo en Michoacán deja una doble enseñanza: primero, la organización y participación de los ciudadanos pueden convertirse en un activo en la lucha contra el crimen organizado, particularmente cuando -como en Michoacán- golpea a la población en general; segundo, el Presidente de la República y el Secretario de Gobernación, porque había posiciones encontradas en el gabinete de Seguridad, tuvieron el tino y audacia de avanzar en la dirección correcta. Mostraron que no hay que temer a la innovación ni a correr riesgos.

Quienes, dentro y fuera del Gobierno, critican y denuncian la estrategia han esgrimido dos argumentos principales: a) las autodefensas están infiltradas; b) el Gobierno está haciendo una alianza de facto con otro cártel.

Esta crítica perdía y pierde de vista dos cuestiones elementales: en Michoacán el enemigo principal a vencer eran y son Los Caballeros Templarios. Esa era y es la prioridad: terminar con los excesos inaceptables de un cártel salvaje. Porque no es lo mismo traficar con drogas que robar, extorsionar, cobrar derecho de piso, secuestrar y violar a jovencitas. Kleinman dixit.
Además, las autodefensas, al ser integradas en las  policías municipales o en los Pelotones Rurales, mediante un registro de sus miembros y de las armas que portan, podrán ser controladas y depuradas.

Hay que agregar que las recientes tensiones entre las autodefensas no invalidan la estrategia, sino obligan al Gobierno a llevarla hasta sus últimas consecuencias. Sin embargo, el arresto de Hipólito Mora levanta una serie de dudas y preguntas sobre la verdad de lo ocurrido, que el Gobierno federal está obligado a aclarar y responder.

El comunicado público del Dr. Mireles sobre una traición y doble juego del Gobierno de la República debe recibir una respuesta clara y pronta de parte del comisionado Castillo y del Secretario de Gobernación.

Suponer que Hipólito Mora recibirá un trato justo en Michoacán es absurdo. El Gobierno estatal y el aparato de justicia están completamente corrompidos. Los Templarios y sus cómplices están incrustados y, por razones evidentes, tienen sed de revancha.

Igualmente preocupantes resultan las declaraciones del abogado de las autodefensas que denuncia que el auto de formal prisión es una decisión estrictamente política, porque no hay elementos ni testimonios -que vayan más allá del “yo creo”- que inculpen a Hipólito Mora.

La recuperación de Michoacán exige la desarticulación de los Templarios y de las redes de complicidad que han tejido en el Estado y en el aparato de justicia. Esto no se logrará de la noche a la mañana. La confianza y la colaboración entre las autoridades y las autodefensas es y será capital en el proceso.

Los resultados inciales van, sin duda, en la dirección correcta. Pero sería lamentable y trágico que este proceso quedara a medias y que, como en “El Gatopardo”, todo cambie para que todo siga igual.

Leído en http://www.am.com.mx/opinion/leon/el-chayo-7699.HTML

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