Dos factores explican, en parte, la postración en que se encuentra la economía nacional: 1. La política fiscal equivocada y terrorista aprobada el año pasado por el Congreso, y; 2. La inexplicable decisión del gobierno federal de no ejercer plenamente el gasto público en 2013 y lo que va de este año.
Los datos que cotidianamente se difunden muestran que las cosas no solo no van bien sino que tienden a empeorar.
Ayer, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (Inegi) nos echó otro cubetazo de agua fría sobre la cabeza al informar que en marzo pasado la tasa de desocupación aumentó a 5.25 por ciento contra 4.81 por ciento que se registró en febrero.
La desocupación en las 32 principales áreas urbanas del país fue aún más alta, de 5.6 por ciento, arriba del 5.43 por ciento de febrero. Es importante recordar que la tasa de desocupación incluye tanto a quienes laboran dentro del sector formal de la economía como los que se ganan la vida fuera de ella.
Anteayer, el mismo Inegi difundió su Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social, cuyo objetivo es “proporcionar información estadística sobre la seguridad social y la cobertura de salud en México”. Los datos difundidos tampoco muestran que la economía marche bien.
La Gráfica 10 que aparece en la encuesta muestra a que instituciones de seguridad social y de salud están afiliadas las poco más de tres cuartas partes de la población (77.2 por ciento) que reciben algún tipo de protección social.
Las instituciones son el IMSSS, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), el SP (Seguro Popular) o Secretaría de Salud (SSA), y otras instituciones públicas o privadas.
La gráfica muestra cómo el número de derechohabientes del IMSS, como porcentaje del total de afiliados a todas las instituciones, se ha desplomado de 1996 a la fecha, de 76 por ciento a 44 por ciento. Ahora, 45 por ciento de quienes están afiliados a alguna institución pertenecen al Seguro Popular, que fue diseñado para ofrecer servicios de salud a quienes no los reciben del IMSS o ISSSTE, es decir a personas que laboran en el sector informal de la economía.
Más claro ni el agua: cada vez más mexicanos se ganan la vida fuera de la economía formal, la cual está siendo castigada y aterrorizada fiscalmente. Como están las cosas, muchos prefieren lanzarse a la informalidad antes de establecer negocios formales.
Podría seguir proporcionando aquí muchos otros datos preocupantes, pero por cuestiones de espacio lo haré otro día. Los números arriba anotados corroboran que la economía no despega.
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