Nada es más suave y flexible que el agua, y sin embargo nada puede resistirla”.
Lao-Tsé
El periodo de vacaciones de Semana Santa empezó con reportes de falta de agua en hoteles de Acapulco. No es inusitado que falte el líquido en el puerto; los residentes sufren una escasez endémica. Las autoridades, sin embargo, siempre han buscado que los hoteles no se queden sin agua. El destino no puede darse el lujo de perder a sus visitantes.
El que en los primeros días de este periodo vacacional algunos hoteles se hayan quedado sin agua, y hayan tenido que comprarla en pipas y racionarla, es indicativo de la crítica situación que sufre este puerto turístico. La Comisión de Agua Potable y Saneamiento de Acapulco (Capama) afirmó el lunes que ya se había resuelto el problema. Pero esto sólo quiere decir que los hoteles ya están recibiendo agua aun cuando persista la escasez crónica para los residentes.
En contraste con esta situación, en 2013 la zona de Punta Diamante sufrió inundaciones muy fuertes ante las intensas lluvias y el caudal que transportaban los ríos La Sabana y Papagayo. Acapulco es una de esas ciudades que sufre por falta de agua pero también por exceso.
Los problemas de agua de Acapulco tienen muchas causas. La escasez surgió originalmente de una explosión poblacional que no fue acompañada por la construcción de infraestructura hídrica. Las casas, edificios e instalaciones adyacentes a la laguna de Tres Palos que se inundaron en 2013 fueron construidos sobre humedales. El agua tiene memoria y regresa siempre a su hogar. Pero los problemas se habrían paliado o resuelto con La Parota.
Esta presa, cuyo costoso proyecto de ingeniería se concluyó hace una década, se ubicaría en el cauce del río Papagayo a unos 30 kilómetros de Acapulco. La presa se habría llevado una inversión de mil millones de dólares y permitiría no sólo una generación importante de electricidad, de entre 900 y 1,200 megavatios, sin emisiones de gases de efecto invernadero, sino la regulación del cambiante flujo del río Papagayo. También daría a Acapulco una provisión segura de agua potable y ayudaría a reducir, o quizá a eliminar, las inundaciones durante los meses de lluvias más intensas.
El embalse de La Parota se extendería por 14 mil hectáreas y afectaría a unos 20 ejidos con una población de unas 3,500 personas. Las asambleas de las comunidades afectadas aprobaron el proyecto en un principio y aceptaron las indemnizaciones ofrecidas por la Comisión Federal de Electricidad, pero un grupo de comuneros se opuso y logró que fuera suspendido una y otra vez: en septiembre de 2008, en febrero de 2010 y en enero de 2011. En esta última ocasión se dijo que la suspensión era definitiva. De hecho, en contraste con el anterior gobernador, Zeferino Torreblanca, que respaldaba la presa, el actual gobernador, Ángel Aguirre, firmó el 17 de agosto de 2012 un acuerdo con el grupo opositor para impedir que se construya.
La Comisión Federal de Electricidad no ha abandonado la idea de construir La Parota y tiene buenas razones para ello. Para empezar cuenta con un mandato legal para generar electricidad a precios razonables y, de ser posible, sin emitir gases de efecto invernadero. La Parota es un proyecto ideal para estos propósitos. Regularía además los flujos de agua y crearía una zona de potencial desarrollo turístico. Pero las dificultades políticas son enormes. El grupo que se opone al proyecto es pequeño pero aguerrido y bien organizado. Cuenta además con el apoyo del gobernador Aguirre y de grupos radicales en todo el país.
Los acapulqueños que han sufrido los embates de las inundaciones, y que viven las dificultades de la escasez cotidiana de agua, deben estar conscientes, sin embargo, de los daños que la cancelación de La Parota tiene para ellos y para todo el estado de Guerrero.
NUDISTAS
Seis parques de la ciudad bávara de Múnich, Alemania, han sido habilitados como áreas nudistas. No sólo serán disfrutados por los muniquenses sino que se convertirán en un atractivo turístico. Eso es pensar... con la cabeza.
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