jueves, 1 de mayo de 2014

Raymundo Riva Palacio - Las dos visiones (excluyentes) en el PAN

Desde que se vieron las caras rumbo a la elección presidencial de 1994 Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas, no se había dado un debate tan ideológico como el que protagonizaron Gustavo Madero y Ernesto Cordero el martes, en la lucha por la presidencia del PAN. Los dos expresaron ideas -que es de lo que deben estar llenos los partidos políticos- y confrontaron posiciones sobre qué piensan que es y puede ser el partido. Pero sobretodo, mostraron que hay dos visiones de poder partidas por una brecha generacional que ya no hablan el mismo idioma y que por más que lo nieguen, están enfrentadas no por un proyecto de nación diferente, sino por un método antagónico para concretarlo.
 
Hay un PAN atado a la historia y que en sus pilares fundacionales busca el camino hacia el futuro, y hay otro PAN que se siente orgulloso de su historia, pero piensa que el pasado no es suficiente y se requiere una nueva mística para recuperar el poder. El primero lo representa Madero, que recuperó la estrategia de Carlos Castillo Peraza y Fernández de Cevallos en los 80s, cuando pactaron con el presidente Carlos Salinas el apoyo a las reformas económicas a cambio del acceso a los puestos más altos del gobierno, que allanaron la llegada de Vicente Fox a Los Pinos. Orgulloso, Madero repitió la frase que acuñó el año pasado para defender su colaboración con el presidente Enrique Peña Nieto en el Pacto por México: las reformas del gobierno, “tienen ADN azul”.
 
 
 
 
 

 
El segundo lo representa Cordero, que estaba en la escuela cuando se dieron aquellas batallas y que conoció al PAN en el poder. No es el colaboracionismo vergonzoso de Madero con Peña Nieto, como traduce Cordero la frase del “ADN azul”, ni la ruta de las llamadas “concertacesiones” del viejo aparato panista con el que rompió el ex presidente Felipe Calderón –impulsor del senador durante su sexenio- de lo que se siente orgulloso, sino de 12 años de gobiernos panistas. Transpiró el poder desde lo más alto, no como recordó Madero, a través de la lucha desde la oposición, como había sido el camino de ese partido hasta que Fox, que tampoco pertenecía a la aristocracia panista, rompió el reinado del PRI en Los Pinos.
 
El PAN enfrenta hoy su segunda oleada de renovación ideológica del siglo. La primera se quedó en el arranque, por lo políticamente vacuo de quien la encabezaba, Fox, quien le arrebató la candidatura presidencial a los viejos líderes a los cuales Madero profesó este martes respeto, admiración y tutoría, y la segunda es la que encabeza Cordero. A Fox, que pertenecía a una corriente despectivamente llamada de “los bárbaros del norte”, formada por empresarios ex priistas que llegaron al PAN para buscar el poder –Manuel J. Clouthier, el candidato presidencial en 1988, fue su exponente más acabado-, lo consideraban un arribista, algo que sin llamarlo con esas palabras, dejó entrever Madero de Cordero, cuando después que el senador recordó que había buscado en la memoria de Luis H. Álvarez cómo había desafiado el PAN al poder, le dijo que él no tenía que preguntarle a nadie, porque él, había estado ahí.
 
Ningún mejor ejemplo que este para sintetizar la brecha generacional entre los dos PAN en conflicto. Madero y Cordero llegaron al debate en un empate técnico en la última encuesta entre militantes, realizada el fin de semana pasado por Parametría. Madero, sin embargo, llegó ligeramente arriba en los números por primera vez desde que se empezó a medir a los militantes del PAN en diciembre pasado. Pero los cuatro mil 500 votos que le saca a Cordero, no son nada. ¿Qué tanto afectará el debate a los electores panistas? Si uno se atiene a la evidencia histórica sobre alteraciones de preferencia de voto en los debates –en México y el mundo-, nada. Los debates no cambian preferencias; las cambia el post-debate. Ahí está la competencia real de los próximos días. Si se ve la composición demográfica del panismo, de acuerdo los estudios de Parametría, el 70% de quienes votarán el 18 de mayo tienen como conocimiento histórico su partido los 12 años de gobiernos azules. Es decir, el poder desde el poder, no la historia de oposición hacia el poder, es lo que los define. En este sentido, Cordero entiende mejor al electorado panista. Madero se ve alejado de esa nueva generación de panistas pero, como ex presidente del partido, tiene la estructura y el aparato nacional de su lado, para movilizar e influir en el voto e imponerse a Cordero, quien para revertir ese destino tendrá que vencer en el post-debate y devolver a los panistas el sabor del poder que perdieron en 2012 y abrirles el apetito para recuperarlo, pero no a través del método de co-gobernar en la periferia de Los Pinos, como acusó a Madero de estar haciéndolo.
 
La contienda, en todo caso, está abierta y puede inclinarse para cualquier lado. La pregunta para el día después de la elección es si después de ver el método de ambos, muchas veces excluyente, serán capaces de no romper al PAN y mantenerse unidos, que los dos proclaman en dichos, pero de ninguna manera en hechos.
 
twitter: @rivapa 
 
 
 

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