domingo, 18 de mayo de 2014

UN POEMA DE:

Enrique Santos Discépolo
1901 - 1951

Uno

Uno, busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias...
Sabe que la lucha es cruel
y es mucha, pero lucha y se desangra
por la fe que lo empecina...
Uno va arrastrándose entre espinas
y en su afán de dar su amor,
sufre y se destroza hasta entender:
que uno se ha quedao sin corazón...
Precio de castigo que uno entrega
por un beso que no llega
a un amor que lo engañó...
¡Vacío ya de amar y de llorar
tanta traición!.

Si yo tuviera el corazón...
(¡El corazón que di!...)
Si yo pudiera como ayer
querer sin presentir...
Es posible que a tus ojos
que me gritan tu cariño
los cerrara con mis besos...
Sin pensar que eran como esos
otros ojos, los perversos,
los que hundieron mi vivir.
Si yo tuviera el corazón...
(¡El mismo que perdí!...)
Si olvidara a la que ayer
lo destrozó y... pudiera amarte..
me abrazaría a tu ilusión
para llorar tu amor....

Pero, Dios, te trajo a mi destino
sin pensar que ya es muy tarde
y no sabré cómo quererte...
Déjame que llore
como aquel que sufre en vida
la tortura de llorar su propia muerte...
Pura como sos, habrías salvado
mi esperanza con tu amor...
Uno está tan solo en su dolor...
Uno está tan ciego en su penar....
Pero un frío cruel
que es peor que el odio
-punto muerto de las almas-
tumba horrenda de mi amor,
¡maldijo para siempre y me robó...
toda ilusión!…




Yira Yira

Cuando la suerte qu’es grela
Fayando y fayando
Te largue parao...
Cuando estés bien en la vía,
Sin rumbo, desesperao...
Cuando no tengas ni fe,
Ni yerba de ayer
Secándose al sol...

Cuando rajés los tamangos
Buscando este mango
Que te haga morfar...
La indiferencia del mundo
Que es sordo y es mudo
Recién sentirás.

Verás que todo es mentira
Verás que nada es amor
Que al mundo nada le importa
Yira... yira...

Aunque te quiebre la vida,
Aunque te muerda un dolor,
No esperes nunca una ayuda,
Ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
De todos los timbres
Que vos apretás,
Buscando un pecho fraterno
Para morir abrazao...
Cuando te dejen tirao,
Después de cinchar,
Lo mismo que a mí...
Cuando manyés que a tu lado
Se prueban la ropa
Que vas a dejar...
Te acordarás de este otario
Que un día, cansado,
Se puso a ladrar.








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