En marzo del año pasado viajé a Chiapa de Corzo, Chiapas, ciudad en donde nacieron mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos y quién sabe cuántos ancestros más.
Uno de los propósitos de mi visita a la que primero se llamó Villa Real de Chiapa (1528), luego Chiapa de la Corona Real (1552) y finalmente Chiapa de Corzo (1881), fue encontrar las tumbas de mis bisabuelos Sebastián Ruiz Pola y Florencia Sol Coutiño (padres de mi abuelo Fidel Ruiz Sol) y Yeudiel Moreno Moreno e Indalecia Ruiz Córdoba (padres de mi abuela María Melanie Moreno Ruiz).
Acudí al panteón municipal y después de darle vueltas y más vueltas no encontré ninguna tumba que datara de la segunda mitad del Siglo 19, época en que se fundó el cementerio y murieron mis bisabuelos. Mayúscula fue mi sorpresa al ver que las más antiguas eran de la tercera década del siglo pasado.
De vuelta en el centro de la ex capital chiapaneca pregunté si había otro cementerio en la ciudad y me informaron que esa era el único. Eso significa que en 1945, cuando el gobierno del entonces presidente municipal Fidencio Escobar Tipacamú remodeló el lugar, los restos mortales de quienes fueron sepultados durante el siglo 19 y los primeros 20 años del actual fueron removidos y enviados a quién sabe donde.
Me quedé así con ganas de saludar a don Sebastián y a doña Florencia, a don Yeudiel y doña Indalencia, de quienes afortunadamente tengo unas fotografías que me permiten saber como fueron en vida.
Ahora bien, ¿con qué autoridad ordenó don Fidencio deshacerse de los huesos de mis ancestros y de los de tantas otras personas? Seguramente por él de sus pistolas, las mismas que al parecer utilizó Víctor Romo, el delegado perredista en Miguel Hidalgo, DF, cuando por medio de un subordinado autorizó que una guapa actriz llamada Claudia Cervantes realizara su fiesta de cumpleaños en la mismísima Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores, lugar en donde duermen el sueño eterno 105 hombres y seis mujeres que nuestros gobernantes han calificado como próceres de la patria.
Lo ocurrido el 13 de junio en la rotonda es sólo una muestra más del irrespeto hacia los muertos que desde hace décadas han demostrado quienes sienten que están por encima de la mayoría de los mexicanos, entre ellos políticos, funcionarios, gobernantes, hijos e hijas de ricos y quienes se creen gente bonita.
¿Te has preguntado dónde están las tumbas de los millones de mexicanos que nos precedieron? Es difícil encontrar los lugares en donde fueron enterrados quienes vivieron antes del Siglo 20. A los restos de mis bisabuelos los fueron a tirar quién sabe donde por órdenes de un presidente municipal. ¿Sabes dónde están los de los tuyos, o los de tus tatarabuelos y otros ancestros?
El irrespeto a los muertos es una manifestación más de la manera en que los mexicanos nos faltamos al respeto.
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