En principio difícilmente podría alguien oponerse a la propuesta del PRI de reducir de 500 a 400 los miembros de la Cámara de Diputados mediante el simple expediente de eliminar cien legisladores plurinominales. Resistiré el chiste fácil de responder lo que a muchos se nos ocurre: ¿Y por qué no los desaparecemos a todos?
Y es que en efecto pocos oficios en el país están más desprestigiados que el de un diputado. Difícilmente pasa una semana sin que veamos a un legislador dormido en la tribuna o jugando Angrybirds en sus tabletas. O peor aún, organizando fiestas privadas con escorts de muy amplio criterio. Periódicamente nos enteramos de los generosos bonos que se autoasignan o sus reiterados viajes político-turísticos al extranjero en los que el principal tema de la agenda es pasar al dutyfree del aeropuerto.
Quinientos diputados son muchos (cuatrocientos también) cuando en realidad sabemos que las decisiones de la Cámara son tomadas en realidad por no más de veinte líderes de fracción y presidentes de comisiones importantes. Los demás no son más que brazos convenientemente alzados cuando son requeridos. Y en ciertas ocasiones ni siquiera esos veinte son decisivos. La parte sustantiva de las leyes importantes no son decididas en la Cámara, aunque allí se voten, sino en el estire y afloja entre las élites de nuestro país en los restaurantes de las Lomas y Polanco en la Ciudad de México.
Desde luego que la propuesta del PRI no es inocente. Con las divisiones de la izquierda y la alicaída imagen del PAN, el partido en el poder confía en alzarse con la victoria en una buena proporción de los 300 distritos electorales del país, en las elecciones del próximo año. Reducir de 200 a 100 las plurinominales que compensan minorías y "distorsionan" el resultado directo, el PRI podría obtener la mayoría absoluta en esos 300 distritos que se computan directamente. Y con un poco de suerte, sus aliados del PVEM y del PANAL le permitirían alcanzar los dos tercios que requieren las reformas constitucionales. Por lo menos esa es la idea.
Una segunda intención en la propuesta del PRI es ampliar la agenda de temas para la ronda de consultas que se harán en las próximas elecciones. Como se sabe, el PRD llevará a referéndum la reforma energética; por su parte, el PAN desea someter el aumento del salario mínimo a la consulta popular. El PRI decidió no quedarse atrás y escogió la reducción de las plurinominales como su punta de lanza. Con eso mata dos pájaros de un tiro: mejora sus posibilidades de ejercer control sobre la Cámara de Diputados y quita importancia a la consulta sobre la reforma energética de la izquierda, al diversificar el número de temas a ser votados. Es decir, divide la atención e impide que la elección se convierta en un gran referéndum sobre el petróleo.
Como mencionaba al principio, difícilmente se puede estar en desacuerdo con la propuesta de reducir el enorme número de diputados. En ese sentido el PRI escogió bien su tema (desde luego, oficio tienen). Pero debe quedarnos claro que ese no es el meollo del asunto. Reducir legisladores tendrá muy poco efecto si los 400 que quedan siguen despilfarrando recursos públicos como lo han hecho hasta ahora. Dicho de otra forma, cuatro pueden gastar lo mismo que cinco si mantienen la impunidad absoluta con la que han estado operando. Simplemente pensarán que ahora que son menos habrá más recursos per cápita. La propuesta del PRI tendría que venir acompañada de una serie de mecanismos para hacer mucho más eficiente el funcionamiento de la Cámara y medidas para asegurar la rendición de cuentas y la transparencia de las actividades y los recursos públicos utilizados.
Podrían comenzar, por ejemplo, con la revisión del fuero del que gozan los legisladores. Se supone que diputados y senadores disfrutan del fuero para evitar ser presionados mediante la vía judicial por otros poderes. Pero en el fondo eso los convierte en un estamento por encima de los ciudadanos que dicen representar. Una noción muy poco republicana, por decir lo menos. Peor aún, las fuerzas políticas han utilizado este privilegio para proteger a miembros que se encuentran en riesgo frente a la ley: líderes sindicatos y ex funcionarios polémicos. Pasan de la Cámara de Diputados a la de Senadores, y viceversa, en un limbo eterno de impunidad. Para no ir más lejos: Romero Deschamps, líder de los trabajadores petroleros, ha sido tres veces diputado y dos veces senador: 21 años de blindaje siete (durante los cuales no ha presentado un solo proyecto de ley).
En resumen, bienvenida la reducción de plurinominales pero ya que están en ello, además de desaparecer cien diputados ¿no podrían, de una vez, sanear a los otros cuatrocientos?
Leído en http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1030059.los-400.HTML
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