Si el Presidente de la República decide aparecer en programas de radio y televisión populacheros y de farándula para explicar sus reformas no es porque le interese que la gente del pueblo se informe, sino porque está calculando electoralmente como cambiar la percepción negativa de su gobierno y ayudar en su partido en las próximas elecciones; si el dirigente del PAN y el jefe de Gobierno del DF proponen mejorar el salario y aumentar el mínimo, no es porque de pronto hayan tenido un ataque de conciencia sobre los magros e injustos ingresos que ganan la gran mayoría de los trabajadores mexicanos, sino porque están calculando electoralmente de qué forma mejoran su imagen y la de sus partidos con miras también a los comicios de 2015.
Si el dirigente del PRI repentinamente abandona la cerrazón de su partido y propone una consulta para preguntarle a los mexicanos si quieren eliminar 100 diputados y 32 senadores plurinominales, no es porque milagrosamente hayan entendido que el despilfarro de recursos públicos en representantes de dudosa productividad es algo que irrita a los ciudadanos, sino porque también está calculando en términos electorales cómo una propuesta así beneficiaría al priismo y, de paso, bajar el número de diputaciones necesarias para hacer mayoría en la Cámara, de 251 requeridas actualmente a 200, justo cuando las encuestas dicen que el PRI puede perder más de 100 distritos electorales en las votaciones parlamentarias.
La clase política del país, incluido el Presidente, ha entrado ya en una lógica electorera y cínica en donde lucrar políticamente con las necesidades más apremiantes o las demandas más sentidas de los mexicanos será la constante en los próximos meses. Y para ello cada quien se vale de los medios a su alcance para lograr sus fines: el presidente Peña Nieto con el apoyo servil del aparato televisivo y mediático que le pone periodistas condescendientes y conductores a modo para su lucimiento, y los líderes partidistas con la demagogia disfrazada de apoyo a las “causas populares” y consultas que no resolverán las necesidades de la gente, pero sí les pueden sumar votos de incautos a sus partidos.
Casi podría decirse que de aquí a las elecciones de julio de 2015, todo lo que escucharemos de los políticos y de los gobernantes será más propaganda que propuestas reales de solución a los problemas. A Peña Nieto le urge que las grandes masas que ven los programas de televisión basura donde se está presentando compren el discurso de que “todo va a mejorar” en el futuro inmediato con su reforma energética y no se dejen llevar por la realidad actual que habla de una economía en picada y que, a decir de analistas privados y de instituciones públicas, crecerá menos del 2% en el presente año.
No es gratuito que el presidente en persona se presente en shows de espectáculos y busque las lisonjas y elogios de sus populares conductores cuando las encuestas, tanto de aprobación de su gobierno como de intención de voto del PRI siguen cayendo por la caída de expectativas de su administración tanto en materia económica como de seguridad y sobre todo por el extraño retraso en la ejecución del presupuesto y la inversión pública para este año. Peña busca entrevistas fáciles para llegar a auditorios masivos y convencer a la población de que, con sus reformas, “vienen tiempos mejores”, para evitar así un voto de castigo para su partido y su gobierno.
Tampoco es casual que los líderes de la oposición estén hablando de “salarios dignos” o que el partido gobernante se preocupe por “ahorrar recursos en el Congreso”. Los opositores saben que el gobierno y su partido están en estos momentos contra la pared por la mala conducción de la economía y el ínfimo crecimiento y por eso le pegan donde más le duele: la mala situación de los ingresos y las finanzas familiares de los mexicanos, tema que además despierta adhesiones automáticas de la mayoría de la población que siempre estará a favor de ganar mejores salarios.
El partido oficial, por su parte, en un intento desesperado de contrarrestar las campañas de la oposición, se saca un as de la manga y hace suyo un clamor popular de los últimos años: que se reduzca el número de los diputados y senadores que llegan al Congreso por vía plurinominal o de mayoría, con lo que busca capitalizar parte del rechazo de la ciudadanía al despilfarro y la baja eficiencia y productividad de los legisladores. Y como efecto de fondo, el PRI busca también facilitar la formación de una mayoría legislativa en 2015 al disminuir en 50 diputaciones la cifra necesaria para alcanzar esa mayoría.
Así que nadie se llame a sorpresa ni peque de ingenuidad. Falta sólo mes y medio para que inicie formalmente el proceso electoral federal de 2105 y también los comicios en varios estados que renovarán gubernaturas. Es época de campañas anticipadas y la propaganda y la demagogia electorera serán el pan nuestro de cada día, así vengan de la investidura presidencial o de los dirigentes partidistas que al final buscan lo mismo: la conservación del poder. Y no tendrán escrúpulos para conseguirlo.
Leído en http://www.24-horas.mx/serpientes-calculos-electoreros/
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