jueves, 18 de septiembre de 2014

José Woldenberg - 75 años: la fundación del PAN

Del 14 al 17 de septiembre de 1939 se llevó a cabo la asamblea constitutiva del Partido Acción Nacional. Han pasado 75 años y (creo) vale la pena recordar aquel episodio que dio vida a uno de los partidos que han modelado la vida política el país. Acudo a un ensayo de Alonso Lujambio y Fernando Rodríguez Doval que me parece rastrea con rigor los orígenes del blanquiazul (“La idea, el liderazgo, la coyuntura: tres momentos previos a la Asamblea Constitutiva del PAN”, en 1939. Documentos fundacionales del Partido Acción Nacional. PAN. 2009).

Para los autores tres elementos se conjugaron para dar vida al PAN: el liderazgo de Manuel Gómez Morin, la idea de que había que trascender la política personalista para dar vida a un partido político y la coyuntura que abría la sucesión de la presidencia de la República en 1939-40.








El liderazgo. Gómez Morin nació en Batopilas, Chihuahua, el 27 de febrero de 1897. Su familia se muda a la capital del estado y asiste a un colegio protestante, “Palmore”; luego en León, Guanajuato, es matriculado en la Escuela (católica) del Sagrado Corazón. En 1914 entra a la Escuela Nacional Preparatoria, dirigida por José Vasconcelos y un año después a la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Se convierte en uno de los llamados “siete sabios”, lo que ilustra el pequeño mundo intelectual de aquella época. A los 18 años ya es maestro en la Universidad Popular y corrector de pruebas en los periódicos El Demócrata y La Vanguardia. En 1919 se recibe como licenciado en Derecho y es nombrado secretario de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. En 1920 se convierte en secretario particular del secretario de Hacienda, general Salvador Alvarado. Luego será director de la Escuela donde estudió, interviene en el diseño legal del Banco de México y en el proyecto de ley que crea el Banco Nacional de Crédito Agrícola. En 1929 apoya la candidatura presidencial de José Vasconcelos, pero no rompe del todo con el grupo gobernante. “Asesora al secretario de Hacienda Luis Montes de Oca en cuestiones legales, redacta la Ley Monetaria y participa en el proyecto que crea el Banco Nacional Hipotecario”.


Pero, nos dicen los autores citados, se convierte en una figura política de primer orden como rector de la Universidad en el período 1933-34 por su defensa de la libertad de cátedra. Resiste el empeño de hacer de la Universidad una institución modelada por el proyecto de educación socialista, que acaba como precepto constitucional “solo” para la educación primaria, secundaria y normal.

La idea. Gómez Morin apoyó -decíamos- la candidatura de Vasconcelos, pero al final vio como un potente movimiento se convertía en humo. Durante aquellas jornadas reconoció la necesidad de un líder pero también la de un programa político y la creación de “técnicos para encontrarle solución a los problemas económicos y sociales de México”. Le escribió a su maestro: “Había empezado a tratar la formación de un grupo con objeto de ver si es posible...construir un partido político nuevo...Un partido con un programa muy concreto, sin retórica, realizable...”. Se trataba de trascender el “personalismo” para crear una institución permanente, estable, formadora de cuadros “técnicos” y con impacto en la política. Es una idea que tardará más de diez años en hacerse realidad.

La coyuntura. Si ante el asesinato del presidente electo, Álvaro Obregón (1929), Calles vio la necesidad y la oportunidad de pasar de la etapa de los caudillos a la de las instituciones, creando un partido que agrupara a todos los revolucionarios (el PNR); diez años después, Gómez Morin intentó capitalizar el descontento de la derecha mexicana con la política del Presidente Cárdenas. Empresarios, grupos de la clase media, intelectuales, organizaciones católicas, que vieron con preocupación la política de avanzada del Presidente, son la base de apoyo original de la iniciativa de Gómez Morin. Éste logró incorporar a su proyecto a universitarios destacados, entre ellos tres ex rectores, y a no pocos militantes de la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC). Desde su primera asamblea al nuevo partido se le presentó el dilema de participar o no en la siguiente contienda electoral, y en su primera aparición resolvió apoyar la candidatura del general Juan Andreu Almazán que se había escindido del oficialismo. Empezaba una historia singular que, a querer o no, es parte de nuestra historia común. La historia que es modelada por lógicas y apuestas distintas y en no pocas ocasiones enfrentadas.




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