A la memoria de Raúl Álvarez Garín.
El "momento de México", idea que impulsa profusamente el gobierno mexicano, se contrapone al "otro momento de México", que se enterca, contradice y contrapone a la narrativa oficial.
No había terminado Enrique Peña Nieto de anunciar que México ayudará con los Cascos Azules a preservar la paz, cuando estallaron simultáneamente los casos Tlatlaya y Ayotzinapa.
Ese otro "momento" de México incluye un factor de expresión social que no se había registrado con tanta fuerza desde hacía mucho tiempo.
De nuevo, miles de jóvenes politécnicos salieron a las calles para exigir ser tomados en cuenta, luchar por su educación y defender el destino de una institución fundada por Lázaro Cárdenas
y creada para poner "La Técnica al Servicio de la Patria".
Han salido por miles porque sienten su futuro amenazado. Han visto en riesgo su única posibilidad de movilidad social y la esperanza que les ofrece haber accedido a sus estudios superiores. No quieren que se degrade, y con razón, su formación académica. No quieren que, silenciosamente, a partir de modificaciones en los planes de estudio y reglamento interno se termine por convertirlos en mano de obra barata y tecnificada al servicio de otros que sí serán ingenieros procedentes de otras universidades.
En el punto 9 de su pliego exigen que se den a conocer "... todas las formas de injerencia del sector privado en el IPN, tanto en los planes de estudio, programas de investigación y proyectos de colaboración, de manera que sea posible valorar la subordinación..."
que podría tener el diseño educativo puesto al servicio no de la Patria y el interés general, sino de los intereses privados y trasnacionales, agregan. Quieren educación no degradada, pero también quieren democracia. No usan la palabra autonomía pero exigen un cambio en el régimen de gobierno en el Politécnico.
Piden la destitución de la actual directora, pero también la "democratización del proceso de elección de un nuevo director o directora del IPN por parte de la comunidad politécnica".
Si este viernes el secretario de Gobernación anuncia que el punto 3 y el punto 6 -donde piden participación para decidir quién debe dirigir al Instituto, además de una democratización más amplia- son concedidos, se estará dando un paso sin retorno que
cambiaría el actual estatus jurídico del IPN con enormes implicaciones.
El artículo 2o. de la Ley Orgánica señala que el IPN es un órgano desconcentrado del Estado dependiente de la SEP. El nombramiento de su director se decide verticalmente. No es la comunidad politécnica o una junta de notables -como en la UNAM- quien decide, sino el presidente de la República en turno.
Si miles de jóvenes en la calle dicen hoy que ellos quieren decidir a quién quieren para dirigir su institución y el gobierno, para atemperar el "tsunami" juvenil, acepta la exigencia, tendría que abrirse un debate amplio sobre una nueva Ley Orgánica y un estatus jurídico nuevo para el IPN.
Es claro que los estudiantes quieren más participación e injerencia al interior del Instituto. Quieren
que se inicie un proceso "... de representación equitativa de estudiantes, docentes, trabajadores de apoyo y autoridades en cada uno de los consejos de cada una de las escuelas, centros y unidades y en el Consejo General Consultivo para la toma de decisiones". Lo que los muchachos dicen es que quieren democracia.
Y como el "horno no está para bollos", se da por hecho que se anunciará la renuncia de la directora, Yoloxóchitl Bustamante, a quien se le adjudicará la responsabilidad de llevar mal un proceso que derivó en un paro y en movilizaciones insólitas para el Politécnico.
Lo que no está claro es cómo se dará la sucesión. ¿Por el método que piden los manifestantes mediante un mecanismo que hoy no existe o por lo que actualmente dice el ordenamiento jurídico del Instituto? ¿Al
próximo director o directora lo nombrará Peña Nieto y sus asesores o darán paso a un proceso democrático? No tienen mucho tiempo para decidirlo.
Ante el riesgo de que la movilización politécnica se fortalezca y extienda hacia otros sectores de la sociedad, es de esperarse que los 10 puntos tengan una respuesta inmediata, tal como lo prometió el secretario Osorio Chong. Sin embargo, el proceso apenas empieza dada la naturaleza de las exigencias.
Los muchachos politécnicos lograron la insólita escena del funcionario que baja a la calle, da la cara y promete respuesta pronta. Le pusieron cascabel al gato. Le dijeron que quieren educación, pero también democracia. La cita es este viernes 3 a las 3. Como dijeron los muchachos. En Bucareli.
Leído en Reforma.com
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