Antes de terminar en la cárcel, acusado de fraude bancario, evasión
fiscal y lavado de dinero, Amado Yáñez fue un empresario consentido del
sistema durante los dos sexenios del PAN y aún al arranque de la actual
administración de Enrique Peña Nieto. Pero su desgracia sobrevino
cuando, en busca de mantener intacto el esquema de privilegios y
contratos millonarios con Petróleos Mexicanos, Yáñez planteó una
maniobra transexenal al nuevo régimen del PRI y en el intento se enredó
tanto que hizo aflorar la corrupción sobre la que se construyó su
emporio que terminó por llevar a la quiebra.
El origen de la desgracia de Yáñez se remonta al cambio de gobierno en
diciembre de 2012. Consciente de que su empresa Oceanografía se
convirtió en la mayor contratista de Pemex a través de un esquema basado
en las relaciones políticas, los contratos dirigidos y el fondeo con
recursos públicos, primero con Vicente Fox y luego su gran auge con
Felipe Calderón, Amado intentó replicar el mismo esquema con Peña Nieto.
Primero buscó al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, a quien
contactó a través de uno de sus abogados. Planteó que el era un
empresario “institucional” y que tenía interés en trabajar el mismo
esquema con el nuevo gobierno del PRI, con beneficios mutuos: para su
empresa y para los funcionarios de la nueva administración. Para su mala
suerte el momento en que su propuesta llegó, Salinas no estaba en los
mejores términos con el nuevo grupo gobernante, que más bien había
“enfriado” políticamente su relación con el ex, antes cercana.
Así que no hubo respuesta al planteamiento de Yáñez. Lo que buscaba
preservar no era menor: durante la administración de Fox, Oceanografía
pasó de ser una empresa pequeña y con serios problemas financieros,
entre ellos un adeudo de 12 millones con el SAT, a recibir contratos
cada vez más fuertes de Pemex, gracias a una relación que Amado cultivó
con esmero: la de los jóvenes Bibriesca Sahagún, hijos de la primera
dama, Marta Sahagún. El crecimiento fue mutuo, mientras los Bibriesca se
volvían prósperos y acaudalados empresarios en el bajío, Oceanografía
era una de las contratistas favoritas de la petrolera nacional, con casi
7 mil millones de pesos en contratos, sólo superada por Blue Marine, la
otra empresa favorita del foxismo.
Pero lo que logró en los seis años de Fox y a través de su relación con
lo hijos de Marta Sahagún no fue nada comparado con lo que Oceanografía
alcanzaría en el sexenio de Felipe Calderón. Sus contratos se duplicaron
y de 7 mil millones de pesos en 2006 llegó hasta los 16 mil millones en
contrataciones de Pemex de manera directa y otros 10 mil millones de
pesos en contratos indirectos que Amado Yáñez recibía de la paraestatal
y subarrendaba a otras empresas. Todo gracias a otra relación política:
la que trabó con la familia Mouriño y con el fallecido Juan Camilo,
titular de la Segob.
Por eso, ante el fracaso con Salinas de Gortari, Amado Yáñez ideó otra
estrategia para entrar en el gobierno priísta. Recurrió a Carlos
Morales, subdirector de Pemex Exploración y Producción, y quien fuera su
enlace operativo en la paraestatal en las administraciones panistas.
Pero cuando en Los Pinos detectaron el movimiento, la reacción fue
fulminante: no sólo despidieron a Morales Gil sino que además Pemex
inhabilitó por 18 meses a Oceanografía por presuntas irregularidades.
Ahí comenzó la desgracia para Amado.
La inhabilitación de su empresa hizo que Banamex, uno de sus principales
acreedores, brincara de inmediato y le reclamara a Oceanografía cómo
pagaría varios créditos que le había otorgado y que tenían como
garantías supuestas facturas de Pemex pendientes de pago a la
contratista. Fue el primer indicio del mayor fraude bancario cometido en
México en los últimos tiempos y la primer señal de que Oceanografía, ese
titán de la transportación marítima y de operación de áreas estratégicas
de la industria petrolera, era en realidad un gigante con pies de barro
y construido sobre una red de favoritismos, corrupción y tráfico de
influencias.
Pero Amado no se iba a rendir tan fácilmente y aun iniciado el escándalo
y las investigaciones de Pemex, buscó salvar su emporio con una maniobra
desesperada: ofreció 10 millones de dólares a dos personajes que le
dijeron que le podían “arreglar” el asunto a los más altos niveles de la
actual administración de Peña Nieto. ¿Quiénes fueron esos personajes y
cómo terminó por hundirse Yánez en sus enredos. Les contamos mañana, en
la segunda entrega de esta historia.
/sgarciasoto@hotmail.com/
Fuente: http://www.eluniversalmas.com.mx/columnas/2014/11/109574.php
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