La izquierda mexicana vive días de zozobra. Fragmentada y muy
cuestionada por su responsabilidad en la desaparición de los 43
estudiantes, sus dirigentes tratan de recuperar la iniciativa política. Graco Ramírez, el gobernador de Morelos,
un pequeño Estado del centro del país donde en su día reinaron
traficantes como Arturo Beltrán Leyva, lo hace liderando una ofensiva
contra el crimen organizado. Apoyado en Alberto Capella, un abogado de
Tijuana que hace las veces de tipo duro, Ramírez ha expulsado al 90% de
sus policías, corruptos y mal entrenados. Al mismo tiempo ha ido por los
pueblos de la región desarmando a agentes municipales y sometiendo a
alcaldes-marionetas del narco. Una forma de instaurar a las bravas el
mando único policial, un modelo que podría aplicarse al resto del país.
Así deja claro que aquí rige una ley: la suya.
Graco (Villahermosa, 1949), como le conoce el electorado, se sienta
en un sillón junto a un teléfono rojo que no lo conecta con Moscú, sino
con el presidente Enrique Peña Nieto. “Cuando quiera”, arranca.
Pregunta. Charlando con gente que le conocen o creen
conocerle, me dicen que usted es alguien presidenciable en el futuro.
¿Ha pensado ese escenario?
Respuesta. Es natural que siendo gobernador y viendo
cómo se están haciendo las cosas alguien pueda pensar en eso. Pero yo
solo estoy preocupado en ser gobernador. Pensar en lo que va a pasar en
2018 es apresurarse.
P. Déjeme a mí apresurarme. ¿Se vería en 2018, fecha
de elecciones presidenciales, compitiendo con Andrés Manuel López
Obrador [dejó el PRD tras ser dos veces candidato presidencial y fundó
Morena], el PAN y el PRI?
R. Si para salir de la crisis se necesita alguien que logre acuerdos y consenso, yo puedo estar ahí. Claro que sí.
P. En ese caso, ¿por qué sería una mejor opción para la izquierda que López Obrador?
R. Yo no parto del que no está conmigo está contra
mí. No parto de que quien no está políticamente conmigo es parte de una
mafia política. No puede gobernar alguien que siembra odios y cultiva la
descalificación. Tiene una visión mesiánica. Eso que diga de que va a
purificar el país me suena a Pol Pot.
P. ¿Usted ha negociado con el crimen organizado?
R. No. Cuando llegué hace dos años se disparó el
secuestro. Pasamos de tres a 35 al mes. Vivimos una crisis de seguridad.
Me mandaron emisarios diciéndome que si negociábamos eso se acabaría.
Venían de parte de Los Rojos y los Guerreros Unidos
[involucrados en el crimen de los estudiantes]. Impulsamos el mando
único policial y la cifra se fue reduciendo. El problema es que otros
gobernadores anteriores dijeron que sí. Yo tuve que asumir el reto de
que no vamos a transigir. Me dijeron que me atuviera a las consecuencias
porque ellos tenían 300 hombres armados.
P. ¿Unificar la policía es una de las soluciones a la violencia?
R. Claro. Tenemos que plantearnos un modelo de 32
policías estatales y una sola policía federal. Hay 2.500 municipios en
el país y cerca de 2.000 no tienen capacidad de seguridad. Otros tantos
están con el narco. ¿Qué hay que hacer? Controlar las policías
municipales. En 1996 se les dio facultades a los municipios de que
tuvieran un cuerpo armado y fue un tremendo error. Acabaron trabajando
para el narco.
P. Usted es de los pocos gobernadores que apoya la legalización de la marihuana. ¿Por qué?
R. Es importante escuchar lo que está pasando en EE
UU. No entiendo por qué los principales consumidores de droga, que son
ellos, están ya en un proceso de legalización y acá estamos en una guerra absurda
y patética. Todos lo que se gasta en persecución por traficar con
cannabis nos cuesta mucho dinero. Mejor invirtamos en investigación.
P. Uno de sus compromisos de campaña fue despenalizar el aborto en Morelos. No lo ha hecho.
R. No lo he logrado porque no estuvo en la prioridad
del Congreso del Estado. Entramos en una estrategia de reconstruir el
tejido social con las familias y en eso nos han ayudado mucho las
iglesias cristianas y sectores de la iglesia católica. Hacemos campaña a
favor del uso del condón. Estamos ganando una batalla para que los
jóvenes tengan claro que es más fuerte la hormona que la neurona.
P. Pero va a sacar adelante esa ley, ¿sí o no?
R. Tengo claro que es una decisión de ellas, pero no encuentro la correlación en el congreso todavía.
P. ¿Usted pidió a Ángel Aguirre, el exgobernador de Guerrero, su dimisión tras la desaparición de los estudiantes?
R. Sí, en una reunión de gobernadores le pedí que se separara del cargo para que las investigaciones fueran a fondo.
P. ¿Encontró apoyo?
R. Encontré resistencia de Aguirre porque no quería
aceptar que por una omisión tan grave de su Gobierno estuvieran los
Abarca en Iguala y por no tener un control de las policías. Eso tenía
que afrontarse con responsabilidad. Somos la izquierda, no podíamos
comportarnos como el PRI —el partido en el Gobierno— y el PAN —la derecha—. Acabó yéndose pero tendría que haberse hecho con mayor rapidez.
P. ¿Podrá la izquierda recuperar la confianza de los ciudadanos?
R. A todos los partidos políticos nos ha golpeado
este tema de Iguala. Cocula [municipio en cuyo basurero incineraron a
los estudiantes, según la investigación] es del PRI. Taxco es del PAN e igual está penetrado por el narco. La delincuencia no distingue siglas.
P. Usted lleva 30 años en la izquierda. ¿Es esta la peor crisis que ha vivido?
R. Sí. Antes nos dividíamos por discusiones
políticas pero no gobernábamos. Ahora pagamos el precio de gobernar.
Tenemos que diferenciarnos del resto de las fuerzas políticas. La gente
distingue nuestra política social. La gente vota por el PRD.
Es cierto que tenemos un problema de división. López Obrador más que un
partido ha hecho una iglesia donde el único que dice qué se hace es él.
Convierte la democracia en una tómbola, me parece una falta de respeto
al avance político que hemos hecho.
P. ¿Qué ha hecho mal el presidente Peña Nieto para que su Gobierno se haya tambaleado tanto a finales de 2014?
R. El no haber actuado con mayor claridad. Subestimó
lo ocurrido. ¿Qué nos ganamos con pedir su renuncia? Es un desahogo, no
resuelve la crisis. Le dije al presidente en la cara que el presidente
mandamás se acabó, eso es el viejo régimen. Hoy tiene que construir la
gobernabilidad con los 31 gobernadores y el jefe de Gobierno del DF.
Leído en http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/15/actualidad/1421357031_909722.html
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