El Estado ha demostrado hasta la saciedad ser un mal administrador. No
sólo el Estado mexicano, justo es decirlo en descargo de éste, sino el
Estado en general, sálvese el que pueda -hay desde luego quien puede
salvarse- ha confirmado la vieja teoría fundada en que donde hay un
burócrata hay un problema... ¿Excepciones? Sí, sí las hay, sólo que la
excepción no confirma la regla, sino la refuta, de ahí que no pueda hoy
enderezar mi furia privatizadora en términos absolutos aun cuando me
acerco a los extremos a una velocidad meteórica.
El Seguro Social seguirá siendo un barril sin fondo si continúa siendo
operado por burócratas sin la debida preparación profesional
universitaria y experiencia práctica en la explotación de empresas.
¿Cómo es posible que miles de derechohabientes cobren una pensión
mensual de 600 pesos después de que empleadores y empleados aportaron
cantidades multimillonarias de recursos durante 30 años o más para
garantizarles una jubilación digna y suficiente? ¿Qué pasó con los
planes de pensiones y jubilaciones? ¿Y las reservas?
El Seguro Social hace agua a babor, a estribor, a proa y a popa. ¿Dónde
están los culpables de la quiebra? ¿Por qué faltan jeringas, equipos,
medicamentos, en tanto los servicios son de pésima calidad, sálvese el
que pueda?
La interminable cadena de directores del Seguro Social que lo han
conducido a la ruina han continuado sonrientes sus respectivas carreras
políticas, otra vez, sálvese el que pueda… Quien venga atrás que arree…
Hoy en día o se pagan las injustificadas pensiones de los empleados de
dicho instituto, mucho muy superiores a las que cobraría un trabajador
del sector privado, o se compran medicamentos y equipos. ¿No existen
hospitales recién construidos que no se pueden inaugurar porque se
carece de recursos para equiparlos? Una barbaridadburocrática. RIT, el
Teletón, ha construido cada año uno de sus centros de rehabilitación. No
variamos el rumbo. El peligro no nos detiene. Ni aquellos que con sus
aportaciones hicieron posible la existencia del Seguro Social ni los
órganos de representación nacional ni la Auditoria Superior de la
Federación (Ja…) han podido meter las manos y la lupa en las finanzas de
dicho instituto, la gran esperanza de seguridad social de los
mexicanos, uno de los frutos más suculentos de la revolución.
La presente coyuntura de bancarrota del Seguro Social me invita a pensar
en la dorada posibilidad de privatizarlo, entendiendo de antemano que
esta medida no podrá prosperar en términos absolutos.
Espero poder cargarme de razones para convencer. Veamos: Si una empresa
contrata seguro de gastos médicos para sus empleados y funcionarios ante
hospitales privados de prestigio, ¿no queda mejor cubierto este
concepto ante una plantilla de trabajadores que se rehúsa en un elevado
porcentaje a asistir al Seguro Social y prefiere y confía mucho más en
la medicina privada? ¿Por qué aquella empresa que preste a sus empleados mejores servicios médicos en hospitales privados
superiores en atención y calidad a los públicos, no se le puede exentar
del pago de sus aportaciones a dicho instituto cuando además sus pagos tienen un destino desconocido?
Más preguntas: ¿Por qué si la
misma empresa cuenta con planes de pensiones y jubilaciones, planes
además de invalidez, enfermedad y muerte cuyos recursos están afectados
en fideicomisos irrevocables, no se le puede exentar del pago de sus
aportaciones al Seguro Social si está cumpliendo con creces pagando
cantidades indexadas a beneficiarios que en el caso del Seguro Social
pueden recibir hasta 600 pesos nuevos al mes por concepto de jubilación,
los mínimos necesarios para perecer de inanición, porque alguien
dispuso impunemente de las reservas del Instituto para sí o
supuestamente para fines oficiales? Si el sector patronal paga la
inmensa mayoría de las aportaciones, por qué dejar la administración del
instituto en manos del gobierno?
¿Por qué dicho sector consiente en que
políticos sin experiencia en administración de empresas presidan el
consejo cuando el gobierno ni siquiera paga proporcionalmente sus
cuotas? Donde hay un burócrata hay un problema. Donde hay casi 300,000
hay 300 mil problemas. ¿Por qué no privatizar entonces dicho instituto
dejando que cumpla acaso sus funciones en aquellos medios rurales donde
la medicina privada no llega ni los fondos respectivos de previsión
social serían autofinanciables? Es un buen momento para privatizar el
Seguro Social. También es un buen momento de moralizarlo y lo es más
para que la oposición busque a los culpables o explique las razones de
su catastrófica quiebra. El hecho de que se privatice y que sea auditado
por la autoridad no implica que los mexicanos le vendamos el alma a
Obama ni entreguemos la Baja California a los gringos ni hipotequemos la
basílica de Guadalupe, implica, sí, que los beneficios lleguen a los
derechohabientes, que no se distraigan los recursos, haya mejores
servicios médicos y todos ganen: derechohabientes, empresas, fisco y,
sobretodo México.
Leído en http://www.debate.com.mx/opinion/Privatizar-el-Seguro-Social-20150219-0219.html
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