Francisco Rodríguez Criado (1967) |
Breve boigrafía de un bigote
Angustiado por el peso de la culpa, el hombrecillo del bigote renació –en sentido literal– de sus cenizas.
Dispuesto a emprender grandes cambios, empezó por enmendar los errores del pasado: abortó la orden de hacer matar a su perrita Blondie y anuló su reciente y apresurado matrimonio, y a continuación abandonó su escondite bajo tierra con renovado espíritu.
Irritado por la visión de aquellas dramáticas escenas de sangre y destrucción, increpó a los soldados de uno y otro bando y propugnó a voces la necesidad de acabar cuanto antes con la contienda. Durante su viaje al pasado, el hombrecillo del bigote empezó a congeniar con quienes no pensaban o no eran como él, propugnó la igualdad entre todas las personas al margen de su raza, condenó cualquier tipo de asesinato –en especial los cometidos al dictado de sus órdenes en su primera vida–, quemó el manuscrito de su venenoso ensayo, retiró sus vehementes e incendiarios discursos realizados en oscuras cervecerías, borró su participación en cierto golpe de Estado y se inhibió de cualquier actividad política.
En definitiva: se afeitó el bigote.
Llegado a este punto, el hombrecillo sin bigote (gran amante de la música, la ópera, la arquitectura, la escultura y, por supuesto, la pintura) camina ahora feliz por las calles de la Viena de 1907, cargado de lienzos y pinceles, dispuesto a hacer un trascendental examen de ingreso en la Academia de Bellas Artes.
En un acto de narcisismo, este joven (creemos recordar que Adolf Hitler es su nombre) piensa que su dedicación a la pintura marcará un antes y un después en la historia del siglo XX.
Leído en http://narrativabreve.com/2014/01/microrrelato-francisco-rodriguez-criado-breve-biografia-de-un-bigote.html
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