lunes, 20 de abril de 2015

José Enrique - ¿Sirve de algo votar?

¿Sirve de algo votar?

Esta crisis de violencia e inseguridad, o de la injusta distribución de la riqueza social o el déficit de legitimidad política, no se deben al estado transitorio de una crisis política o económica, son la expresión de la crisis total del sistema.

La irracionalidad del consumo, o la degradación ambiental y el frenesí por la búsqueda del éxito individual, la competencia, y la victoria sobre los demás a costa de cualquier cosa; en fin, la pérdida de los escrúpulos, del abuso y la corrupción, han llegado a instalarse en nuestra sociedad como parte de una realidad a la que nos hemos acostumbrado y asimilado; estamos condenados al más feroz individualismo, que es la incubación del Leviatán de Hobbes, cuando dice que el hombre es el lobo del hombre.






Es una incitación al crimen el bombardeo de la publicidad que aturde a millones de personas desempleadas, o mal pagadas, repitiéndoles noche y día, día y noche que ser es tener, y que para tener hay que esforzarse, trabajar, estudiar y ser bueno, cuando no hay trabajo, ni escuela, ni familia; mientras el paradigma del éxito, el respeto y la realización existencial está del otro lado de la legalidad. La droga más dañina que las mal llamadas heroicas, se introdujo en la cultura nacional: “el dinero fácil”, (escribiera Gabriel García Márquez), y “prosperó la idea de que la ley es el mayor obstáculo para la felicidad, que de nada sirve aprender a leer y escribir; que se vive mejor y más seguro como delincuente, que como gente de bien.

En síntesis: es el estado de perversión social propio de toda guerra larvada.”, es pues, la expresión de un sistema social basado en la lógica del enriquecimiento, de la ganancia y el beneficio económico a costa de lo que sea y por encima de cualquier cosa, y para la obtención de dinero, son válidos todos los medios. Todo el sistema se resquebraja, porque es producto de un sistema basado en la dominación y en la apropiación como única forma de realización.

De ahí, la esclerosis de la que padecen todas las democracias, como dijera Ernesto Sabato; este orden de cosas, provoca la sensación de que nuestra democracia es un sistema incapaz de corregir las desigualdades y establecer un verdadero estado de derecho.

A todo esto, sirve de algo votar? Dijo Horacio que “Si el vaso no está limpio, lo que en el derrames se corromperá”; si el partido, la elección y el candidato están vendidos, aunque el voto sea libre y secreto, igual todo terminará corrompido. Suponiendo lo imposible, de que los elegidos para gobernar o legislartuviesen la voluntad inquebrantable de servir y con el patriótico sentido del deber, serían capaces de enfrentar los intereses privados del poder económico?

Los niveles de concentración del poder y su globalización, han ido creciendo en la misma proporción que su poder económico, y ejercen el poder y el control de los recursos financieros capaz dedesestabilizar nuestra economía; y por ellos no ha votado nadie; se encuentran más allá de las leyes y por encima de del estado. Este nuevo orden al que hemos llegado, ya no lo cambia nadie, ni votando todos.



José Enrique.

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