viernes, 10 de julio de 2015

Juan Villoro - El peatón iracundo

Para medir los cambios de una ciudad hay que analizar el uso de los pies. Dependiendo de la circunstancia, se camina por necesidad, por fe, por deporte, por resignación o por placer. He conocido caminantes de zapatos descuartizados que atraviesan el DF de punta a punta y preguntan en Tlalpan cuánto les falta para llegar a la Villa. Otros se resignan a ser transeúntes cuando no consiguen un taxi y la estación del metro les queda lejos. En los últimos tiempos, los más raros son los que caminan por gusto.



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