"La historia se repite siempre: primero como tragedia y luego como farsa."
Karl Marx
Ya lo señalaba yo en este espacio en 2011. Las antiguas tragedias griegas no tenían nunca un resultado sorpresivo. El desenlace estaba predeterminado desde el primer momento. Edipo estaba condenado a matar a su padre y a yacer con su madre. Orestes debía asesinar a su madre Clitemnestra que a su vez había matado a su esposo Agamenón, el padre de Orestes. Nada que hicieran los personajes podía cambiar el resultado. El pecado de orgullo --la hibris o hybris-- simplemente ratificaba la condena. Los espectadores esperaban con paciencia, incluso en obras de tres días, un final que ya conocían.
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