Lo militantes del PAN eligieron ayer a sus nuevos dirigentes nacionales. De los 477 mil 10 panistas incluidos en el padrón votaron unos 231 mil (48 por ciento) y, como se esperaba, el diputado queretano Ricardo Anaya ganó la presidencia nacional panista dejando muy atrás en la votación a su contrincante, el senador chihuahuense Javier Corral.
Hasta anoche se habían contado 212 mil 245 votos, 92 por ciento de los que fueron emitidos. De este total, Anaya obtenía 81 por ciento, mientras que Corral apenas lograba ganar 16 por ciento.
En su discurso de victoria Anaya dijo, entre otras cosas, lo siguiente: “No toleraremos un solo acto de corrupción... Crearemos órganos autónomos e independientes para investigar con objetividad y sancionar con severidad a quien cometa un acto de corrupción. Sin excepción alguna”.
Palabras duras, sin lugar a duda, pero a fin de cuentas sólo palabras. Los actos de corrupción cometidos por cientos de panistas desde que Vicente Fox asumió la presidencia de la república en diciembre de 2012 han sido ampliamente difundidos y los corruptos no han sido ni siquiera investigados, menos castigados legalmente o expulsados de su partido. Los panistas han disfrutado de la misma impunidad que los políticos y funcionarios que militan en cada uno de los partidos políticos que existen o han existido en el país, sin excepción alguna.
Tenemos el muy reciente caso de quien fuera candidato panista a a presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Francisco Rojas, mejor conocido como Paco Moches, quien fue videograbado dos veces recibiendo dinero en efectivo. La primera vez, de un contratista que le dio 400 mil pesos ; la segunda, de un individuo no identificado que le entregó un millón 400 mil pesos. Pese a ello, el PAN lo hizo candidato y luego, después de que fuera derrotado en las urnas, lo defendió rabiosamente. La foto de Gustavo Madero y Carlos Navarrete, presidentes salientes del PAN y PRD, respectivamente, sentados frente a una mesa y comprometiéndose en público a defender el supuesto triunfo del corrupto Rojas, es muestra de que los actos de corrupción no solamente se toleran sino que se solapan por los dirigentes de los partidos.
Es más, dentro del nuevo comité ejecutivo nacional panista que presidirá Anaya hay varios exfuncionarios de los gobiernos de Fox y Felipe Calderón cuya honestidad ha sido cuestionada por más de uno.
Existen métodos científicamente avalados para determinar si una persona es honesta o no. Se usan ampliamente en diversos países del mundo menos en México. Es más, bajo la presidencia de Gustavo Madero, el PAN rechazó utilizar uno de estos métodos. Ojalá que Anaya sí acepte adoptarlo porque así demostraría que va en serio su lucha contra los corruptos que hay dentro de su partido, que sí pretende cambiar al PAN.
¿Cambiará el PAN con su nuevo
presidente?
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Leído en
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