lunes, 28 de marzo de 2016

Ricardo Raphael - ‘Los Porkys’ del Mirreynato

La impunidad se aprende en casa, la sociedad la nutre con su tolerancia y alcanza su nivel más grave cuando el Estado nada puede contra ella.

Algo tiene de intrigante exigir que la autoridad resuelva aquello que somos incapaces de combatir, tanto en la intimidad familiar como en la comunidad donde vivimos. Impunidad quiere decir que no hay límite, freno ni castigo a una conducta que debería merecer consecuencias. Es la antesala del exceso peligroso.

El escandaloso episodio de los llamados “Porkys” de Costa de Oro permite exhibir algunos de los mecanismos que producen impunidad en México.









Además de la odiosa tragedia que implica la violación a una menor, también las particularidades del caso son argumento para que este asunto se halle hoy en el huracán de la opinión pública.

Javier Fernández Gómez es el padre de la víctima. Quiere que los responsables del ultraje pisen la cárcel, pero sobre todo está decidido a combatir ese silencio cómplice que en México, dentro de las familias y la sociedad, alienta todos los días el reinado de lo impune.

La violación fue en enero y la denuncia se presentó en mayo, ¿por qué tomaron tanto en acudir ante el Ministerio Público?

“Mi hija tardó en contarme. Luego exigió a la familia que no hiciéramos nada. No estaba lista para soportar el escarnio. Estaba frágil y temía verse exhibida frente a instituciones en las que no confiamos y un sistema que no funciona.”

¿Qué la hizo cambiar de opinión?

“Su hermana mayor, que es sicóloga, la convenció de que no podía ignorar lo ocurrido, mirar hacia otro lado como si nada”.

¿Qué sucedió la madrugada del 3 de enero de 2015?

“Un grupo de amigos del Instituto Rougier salieron de fiesta. Al término, mientras esperaban a que el valet parking trajera el auto para regresar a casa, se estacionó frente a mi hija un Mercedes Benz negro.

El joven Enrique Capitaine lo había recibido ese día como regalo de cumpleaños. En su interior se hallaban Jorge Cotaita, Gerardo Rodríguez y Diego Cruz. Los tres últimos fueron alumnos del Rougier. Todos cursaban ya la universidad.

Fue Cotaita quien forzó a mi hija para que ingresara al deportivo; apenas cerró la puerta, el Mercedes arrancó a toda velocidad.

Las amigas de mi hija intentaron darle alcance, pero no lo lograron”.

¿Los cuatro abusaron de la víctima?

“Jorge Cotaita abusó de ella en el interior del vehículo. Mi hija suplicó para que se detuviera. Nadie le ayudó. Enrique Capitaine iba al volante y condujo hasta la casa de sus padres, ubicada en el fraccionamiento Costa de Oro. Ella estaba aterrada. Lloraba.”

A empellones, el joven Capitaine introdujo a la víctima dentro de su residencia. Ahí la violó.

Afirma Fernández: “los otros tres agresores supieron lo que sucedía. Son también responsables.”

Este episodio se mantuvo en silencio hasta el lunes 27 de abril, cuando autoridades del Instituto Rougier tomaron la decisión de convocar de urgencia a una junta con padres de familia.

“Ahí se expuso el fenómeno de los “mirreyes” y sus nefastas consecuencias.

Al concluir, la directiva denunció que una alumna del bachillerato, próxima a graduarse, había sido violada por exalumnos de la escuela. Yo di mi autorización. No se proporcionaron nombres y sin embargo con mucha valentía por parte del instituto fue lanzada la bomba”.

Dos días después, la columnista de Notiver, Sandra Segura, hizo pública la información.

A partir de este hecho el padre de la víctima fue convocado por un amigo próximo para que se reuniera, sin la presencia de su hija, con tres de los agresores y sus respectivos padres.

“Acudí porque ella necesitaba saber porqué lo habían hecho. Fue mi hija quien me autorizó para que hablara con los papás.”

El joven Enrique Capitaine no estuvo presente durante el primer encuentro.

“Ahí pedí una grabación en video donde ofrecieran disculpas y dieran una explicación. Exigí también que no volvieran a acercarse a mis hijas y que se sometieran a un tratamiento sicológico”.

Poco después se celebró una segunda reunión donde, a petición mía, participaron las madres de los agresores. De entre los jóvenes únicamente asistió Capitaine, acompañado por sus padres”.

Aquella cita salió mal. El padre del presunto violador iba a incumplir con más de una promesa. Es un hombre poderoso al que muchos temen en el norte de Veracruz.

Zoom: Felipe Capitaine Rivera ha sido presidente municipal de Nautla, región conocida por el trasiego de drogas hacia Tamaulipas.

Continuará el próximo jueves…



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/los-porkys-del-mirreynato-1459153017}



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