viernes, 29 de abril de 2016

Carmen Aristegui - Una ruta sin regreso

Si a la hora de publicarse este artículo, por la mañana del viernes, el señor Tomás Zerón de Lucio no ha renunciado o no ha sido retirado del cargo, habremos de saber, con más contundencia que nunca, que el Gobierno de Peña Nieto es insalvable, que no parece tener remedio y que México entrará en una ruta de mayores confrontaciones. Si algo tan elemental no ha ocurrido entonces, la distancia entre Gobierno y sociedad resultará insalvable.





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El señor Zerón no es el único pero, en este momento, sí el más visible rostro de un gobierno que ha entrado en una espiral de distorsión, mentira y empecinamiento sumamente grave y peligrosa. Con el manejo del caso más emblemático, doloroso y absurdo de los últimos años –el caso Ayotzinapa– el Gobierno ha entrado en fase de agudización de una crisis profunda de descrédito y desconfianza.

Tergiversación, acomodo mañoso de datos, nombres y situaciones –para hacer cuadrar lo que no cuadra– es lo que quedó exhibido, con crudeza, en el último episodio protagonizado por los miembros del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) y el director de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la PGR, Tomás Zerón de Lucio, con motivo de la exhibición pública del video grabado el día anterior a la diligencia ministerial en la que –según versión de la PGR– fueron encontradas las bolsas que, presuntamente, contendrían los restos de los normalistas incinerados. La reacción inmediata del GIEI, el desmentido de la ONU-DH, la explicación de los fotorreporteros que grabaron las imágenes que exhiben la conducta de Zerón de Lucio, fueron rápidas y contundentes. Mentir, distorsionar y acomodar datos tan a modo, de manera tan burda, no puede sino tener consecuencias.

La catarata de desmentidos que, de inmediato, surgieron ante lo dicho por Tomás Zerón son, entre otras cosas, una vergüenza para México. ONU-DH aclaró que: “... nunca llegó al río San Juan, y por ende no fue testigo de las diligencias practicadas por la PGR en la zona”. Manifestó su extrañamiento por “... la mención a su presencia y rol en actividades de la PGR en las que nunca participó”. El GIEI lo señaló por tergiversar información y hacer declaraciones “impropias” que agravan el caso Iguala.

Al borde del abismo, con este tema, el Gobierno de Peña dio un paso al frente con la conferencia de prensa dictada este miércoles por Zerón de Lucio. Su conducta fue suicida. Los costos que paga el Gobierno, dentro y fuera de México, son enormes. El empecinamiento y cerrazón frente a las evidencias y el trabajo de los expertos internacionales no hacen sino alimentar la, ya de por sí, descomunal suspicacia.

¿Qué explica la conducta suicida de un Gobierno que no da el golpe de timón, que se exige a gritos, con el caso Ayotzinapa? ¿Qué se oculta? ¿Qué es lo que no puede ser revelado? ¿Qué es lo que está detrás de todo esto? Si el Gobierno mexicano insiste en lo que ya quedó descartado científicamente, si permite o propicia la simulación, la mentira y la maquinación en sus explicaciones, algo –verdaderamente grave– ha ocurrido, siendo grave o muy grave todo desde el minuto uno.

La renuncia o separación del cargo de Tomás Zerón, que resulta inevitable, no servirá de nada, ni siquiera como válvula de escape, si no se hace un replanteamiento radical de la investigación oficial, tomando como base lo realizado por el GIEI y por los forenses del equipo argentino y por los expertos que han colaborado para desentrañar la verdad. Sólo así podría darse la vuelta a lo que el NYT captó con una sola frase: “México huye de la verdad en caso Ayotzinapa”.

Con el caso Ayotzinapa, el Gobierno no sólo no atina a salir del atolladero sino que, cada día y hora que pasa, cava más profundo en esa fosa de la que no ha podido o no ha querido salir, a pesar del descrédito más amplio. Mentir, torturar y hacer montajes en una investigación con estas dimensiones sería suficiente motivo para reemplazar entero al equipo oficial que ha estado al frente de las investigaciones y, en consecuencia, abrir expedientes criminales para deslindar toda clase de responsabilidades.

¿Qué cosa terrible hay detrás de todo esto? ¿Cuáles son los pasos que dará el Gobierno de Peña Nieto en ésta, su ruta sin regreso?

Nota: Reconocimiento a los fotoperiodistas independientes, José Giménez y Daniel Rodríguez, que grabaron el video que puso al descubierto la grave conducta no sólo de Tomás Zerón, sino de todo el entramado institucional, puesto al servicio de la mentira y la maquinación en el caso Ayotzinapa.



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