Luego de su noche de bodas, Sonia visitó a su amiga Lula.
-Ándale, Sonia, cuéntame los detalles morbosos: ¿cómo te fue en la luna de miel?
-Pues dentro de lo que cabe, bien. Pero donde no cabe, ¡cómo duele!
Más o menos así están las cosas en lo que se refiere a la economía. Dentro de lo que cabe, bien; pero donde no cabe, ¡qué partida nos están poniendo! No sé tú, pero cada día soy menos optimista en cuanto al nivel de vida que tendremos en los próximos años. Si bien, en términos generales, no estamos en una gran
crisis, sí es evidente que cada vez alcanza menos el dinero, no hay aumentos de sueldos y sí, en cambio, los precios no dejan de subir. Lo grave es que, al tener menos dinero, la gente evidentemente compra menos y si una empresa vende menos, termina por correr a una parte de sus empleados. ¿Y quién, aparte del
güevón de mi cuñado, se pone a gastar sin tener con qué pagar? Ante este panorama, necesitamos, todos los mexicanos, ponernos creativos para impulsar nuestra economía. Por ejemplo, creo que podríamos comenzar a exportar americanistas: los compramos en lo que cuestan y los vendemos en lo que ellos creen que valen, ¡negociazo!
Otro: hay que venderle votos al Partido Verde. Digamos, mil pesos por cabeza para cada mexicano que prometa vender por el tucán. Al final, ninguno vota por ese partido de rateros, pierde el registro y así nos ahorramos como mil millones de pesos al año en prerrogativas.
También se me ocurre que podemos comprarle a los diputados sus curules. De puro sueldo, en tres años, nos cuestan como 5 millones y medio de pesos ¡cada uno! Si les ofrecemos 10 millones para que durante esos tres años no se presenten un solo día a trabajar y así no tomen decisiones que sólo favorecen a sus cuates, estoy seguro de que nos ahorraríamos 10 veces más. En pocas palabras: pagarles para que no hagan pendejadas, nos saldrá más barato.
Inventos
Es rara la gente en estos días. Sobre todo cuando se trata de usar el teléfono. Antes servían para que dos personas hablaran a la distancia. Después comenzó a usarse para mandar mensajitos que, por alguna extraña razón, se escribían así: “K psó? Dnd ns vemos? N L cine o n tu casa? TQM”. Luego hizo su aparición
WhatsApp y la gente se olvidó de hablar y comenzó a descubrir un viejo invento: la escritura. A las letras pronto se sumaron los emojis, esas figuritas que cada quien interpreta como se le da la gana (hay quienes dicen que un chocolate en forma de kiss es, en realidad, un humeante pedazo de caca, por ejemplo).
¿Y ahora cuál es la moda? Mandarse mensajes ¡de audio! Conozco gente que se pasa el día grabando largos mensajes, inclusive de media hora, para que alguien lo escuche, no una sino dos o tres veces y, claro, pierda una hora de su vida desvelándose y, de paso, corriendo el riesgo de no levantarse temprano para
llegar a tiempo con su jefe, que es peor que un dictador coreano. ¿Por qué la gente se manda mensajes de voz en lugar de hablarse por teléfono? Díganme viejito, pero nomás no entiendo. Por cierto, quien me mande un mail a lacomediapolitica@reforma.com, le mando un mensajito de voz. Total: ya sé que no
aplauden, como bien dice Kike.
¡Nos vemos el martes!
Leído en
http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/remedios-para-la-crisis-1460616565
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