“Pese a los evidentes malos resultados que han dado los embajadores sin experiencia, dentro de algunos días el senado ratificará el nombramiento de otro improvisado, Miguel Basáñez, a quien el presidente Enrique Peña Nieto ha designado como su embajador en Washington”.
Mi columna de ese día trató sobre como diversos presidentes de la república nombraron como embajadores plenipotenciarios a hombres y mujeres que nada tenían que hacer al frente de las representaciones diplomáticas que los mexicanos mantenemos en diversos países.
En agosto señalé que Basáñez carecía de la experiencia y los conocimientos necesarios para desempeñar eficaz y eficientemente el cargo que se le confirió y para el cual fue irresponsablemente ratificado por el Senado. Dije que el hecho de haber sido maestro durante 10 años en la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia de la Universidad Tufts, en Massachusetts, no hacía de él la persona idónea para ocupar el cargo más importante del servicio exterior mexicano, porque una cosa es ser un académico que hable inglés y haya vivido en Estados Unidos durante una década, y otra es ser un diplomático con amplia experiencia, que sepa lidiar con los avezados y mañosos líderes políticos, económicos, sociales y de opinión estadunidenses.
Al aire, tanto en Grupo Fórmula como en el Canal 13, dije que no pasaría de ser el concierge de la embajada localizada en el número 1911 de la avenida Pennsylvania.
A mucha gente no le cayó bien que dijera lo que dije sobre Basáñez, y menos después de que tantos supuestos analistas aseguraran que él era el indicado para ocupar una embajada que estuvo acéfala seis meses, desde que el 10 de marzo de 2015 la dejara Eduardo Medina Mora para venir a la Ciudad de México y convertirse en ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Todo lo anterior viene a cuento porque ayer nos enteramos que Basáñez dejó de ser el embajador en DC. Al comentar el asunto, el presidente Enrique Peña Nieto no dejó ver cuáles fueron las verdaderas razones de su salida y se limitó a explicar que: “No es una destitución propiamente, sino una remoción en razón de darle un fortalecimiento a alguien con una experiencia sobre todo en el trabajo consular, donde está nuestra red de atención a connacionales y que queremos fortalecer, ayudar, respaldar, en fin, para enfrentar de mejor manera este escenario, escenarios que se puedan enfrentar”. Las causas de la remoción, que no “destitución propiamente”, se sabrán tarde o temprano. De eso no me queda la menor duda.
Por lo pronto, Peña Nieta nombró como nuevo embajador al oaxaqueño Carlos Sada Solana, éste sí un diplomático con vasta experiencia, especialmente en Estados Unidos. Ha sido cónsul general en Toronto, Canadá (1989-92), presidente municipal de Oaxaca (1992-95), cónsul general en San Antonio, Texas (1995-2000), cónsul general en Chicago, Illinois (2000-07), ministro de Asuntos con el Congreso en la embajada de México en Washington, DC (2007-2011), cónsul general en Nueva York, NY (2011-2013), y cónsul general en Los Ángeles, California (2013 a la fecha).
Con 27 años como diplomático, 21 de ellos en Estados Unidos, Sada Solana evidentemente tiene la experiencia para desempeñar exitosamente su nueva responsabilidad. Los cuatro años en que estuvo en la embajada en DC le servirán para lidiar con un Congreso estadunidense que en estos momentos es controlado por un partido Republicano que no muestra mucho afecto hacia nuestro país.
Las preguntas obligadas en este caso son: ¿por qué fue nombrado Basáñez embajador? ¿Por qué fue removido? ¿Por qué no fue nombrado embajador Sada desde diciembre de 2012?
Leído en http://www.criteriohidalgo.com/a-criterio/basanez-out-sada-in
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