viernes, 1 de abril de 2016

UN POEMA DE:

“Oh pequeño
emperador sin orbe
conquisador sin patria
mínimo tigre de salón”
(Oda al gato – Pablo Neruda)

Poema para mi gato

Ya es parte de mi familia,
y si esto es causa de burlas
(al no tener sentimientos
quizás alguien se confunda),
hoy quiero poner en claro
que la verdad sólo es una:
mi gato ganó con creces
su derecho a mi ternura.

Cuando busca compañí­a
su airoso andar apresura,
y mientras viene a mi encuentro
parece que me saluda
con un quejido mimoso
que me embriaga de dulzura.
Pero si quiere estar solo
se va sin ninguna duda
y aunque lo llame y le ruegue
ya no es posible que acuda.

Si se enferma ¡pobrecito!
su independencia no dura,
sus ojitos lastimeros
me miran pidiendo ayuda.

¿Que es hipócrita y astuto?
¡palabras crueles y absurdas!
¡destierren esos conceptos!
¡creencias vanas y oscuras!
¿Que es quizás algo egoista?
no pongo objeción alguna,
pero es porque siente celos
como toda criatura.

En su inocencia no entiende
que la verdad sólo es una:
¡mi gato ganó con creces
su derecho a mi ternura!



A un gato

No son más silenciosos los espejos
Ni más furtiva el alba aventurera
Eres bajo la luna esa pantera
Que nos es dado divisar de lejos
Por obra indispensable de un decreto
Divino te buscamos vanamente
Más remoto que el Ganges y el Oriente
Tuya es la soledad, tuyo el secreto
Tu lomo condesciende a la morosa
Caricia de mi mano. Has admitido
Desde esa eternidad que ya es olvido
El amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
De un ámbito cerrado como un sueño.



El gato

En mi cerebro se pasea,
Como en su casa,
Un lindo gato, fuerte, dulce y tibio.
Cuando maúlla se le oye apenas,

Tan tierno y discreto es su timbre;
Por más que su voz se apacigua o retumba,
Es siempre rica y profunda.
He ahí su calidez y su secreto.

Esa voz, que brota y se filtra
En mis fondos más tenebrosos,
Me llena como un verso numeroso
Y me regocija como una pócima de amor.

Ella atenúa los más crueles males
Y detiene todos los éxtasis;
Para decir las frases más largas,
No necesita palabras.

No, él no es el violín, instrumento
perfecto, que muerde mi corazón,
pero hace, más regiamente,
Sonar su cuerda más vibrante

Que tu voz, gato misterioso,
Seráfico gato, gato extraño,
En quien todo es, como en un ángel,
Tan sutil como armonioso.

II

De su piel rubia y morena
Brota un perfume tan dulce, que una tarde
Fui embalsamado por haberlo
Acariciado una vez, sólo una.

Es el espíritu familiar del lugar;
Juega, preside e inspira
Todas las cosas de su imperio;
¿Puede ser un hada, un dios?

Cuando mis ojos son atraídos, como por una amante,
hacia ese gato que amo,
Se vuelven dócilmente
Y me veo a mí mismo.

Miro con sorpresa
El fuego de sus pálidas pupilas,
Marchita claridad, ópalos vivaces,
Que me contemplan fijamente.

Los gatos

Los fervientes amorosos y los austeros sabios
Aman igualmente, en su estación madura,
A los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
Que como ellos son friolentos y sedentarios.

Amigos de la ciencia y la voluptuosidad,
Buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
El Erebo los habría tomado por sus corceles fúnebres,
Si pudieran doblegar al siervo su ferocidad.

Ellos sueñan y adoptan las nobles actitudes
De grandes esfinges alargadas en el fondo de las soledades,
y parecen dormir dentro de un sueño sin fin;

Sus reinos fecundos están llenos de chispas mágicas
Y de parcelas doradas, como una arena fina,
Que destellan vagamente en sus pupilas místicas.

El gato

Ven, gatito mío, contra mi amoroso corazón;
Reprime las garras de tu pata
Y deja sumergirme dentro de tus bellos ojos,
Mezcla de metal y ágata.

Cuando mis dedos acarician por momentos
Tu cabeza y tu lomo elástico,
Y mi mano se embriaga de placer
Al tocar tu cuerpo eléctrico,

Veo el espíritu de mi amada. Su mirada,
Como la tuya, amable bestia,
Profunda y fría, corta y rasga como una lanza

Y, de los pies a la cabeza,
Un dejo sutil, un perfume peligroso,
Flota sobre su cuerpo marrón.







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