martes, 31 de mayo de 2016

Dan T - ¡Súper Alan!

Entra el empleado a la oficina de su jefe y, evidentemente temeroso (le temblaba la voz y le sudaban las manos, ¿o le temblaban las piernas y le sudaban las nalgas?), le dijo:

–Jefe, perdone que lo moleste, pero necesito hablar con usted.

–Pasa, hombre, ¿qué te ocurre?

–Mire, usted sabe que llevo ya 18 años en la empresa y nunca he tenido un aumento de sueldo.

–¡¡¡18 años ya!!! Hombre, qué rápido. Felicidades, no todo el mundo tiene un trabajo.

–Pues sí, jefe, lo agradezco, pero no puedo seguir ganando el mínimo.

–¡Ah, caray! Ahora resulta que tienes muchos gastos, ¿no?










–No, jefe, no los tengo. Y no porque no quiera, sino porque no me alcanza para nada.

–A ver, ¿y cuánto según tú es lo que deberías ganar?

–Híjole, jefe, pues para todo lo que hago, los años que llevo en la empresa y las responsabilidades que cargo en mi espalda, me parece que, al menos, debería yo recibir 15 mil pesos mensuales.

–¡Hecho!

–¿En serio, jefe?

–Y no sólo eso: te voy a pagar 25 mil pesos mensuales, más un bono de productividad cada tres meses por otros 25 mil pesos.

–¿De verdad? ¡Ay, creo que voy a llorar!

–Y, además, te voy a dar un coche de la empresa, tendrás un mes de vacaciones al año y creo que también es justo que tengas tu propia secretaria.

–¡Ay, jefe!, perdone mis lágrimas, ¡qué emoción! No lo puedo creer. ¿No me está choreando?

–Pues sí, cabrón, pero... ¡tú empezaste!

En este momento todo México se pregunta lo mismo: “¿nos está choreando Alan Pulido?”. Está muy cuesta arriba creerse la historia de que el futbolista aprovechó un descuido de sus secuestradores para desatarse, romper un vidrio con la mano, forcejear con uno de los plagiarios, golpearlo, arrebatarle el celular, llamar a la Policía y ser rescatado. Puedo creer todo menos una cosa: que los policías no estaban coludidos con los delincuentes. Digo, tomemos en cuenta que estamos hablando de Tamaulipas. ¿A poco en serio tuvo tanta suerte Alan de encontrarse con los únicos agentes que no estaban bajo las órdenes del narco? Salvo ese detallito, todo lo demás me parece cierto. No veo por qué ni para qué habrían de inventarlo ni Alan Pulido, ni el Gobierno. Quienes creen que fue por las elecciones son los mismos que creen en ovnis y en las propiedades mágicas del jugo de limón contra el cáncer.

Decepción

Dos amigos estaban hablando y uno traía cara de honda preocupación:

–¿Qué pasa, Joaquín? ¿Tienes algún problema?

–Pues, la verdad, es que estoy muy decepcionado, Jonathan.

–¿De qué?

–De mi mujer.

–¡Ah, chinga! ¿Y eso por qué?

–Pues que cuando hacíamos el amor y ella llegaba al orgasmo, aquello era la locura: se estremecía, brincaba, soltaba gemidos profundos, ponía los ojos en blanco, se sacudía...

–¡No me digas! ¿Todo era fingido?

–No, para nada: ¡descubrí que es epiléptica!

Por alguna extraña razón, todos los políticos terminan siendo una terrible decepción. A veces creo que es más por nosotros que por ellos. Les creemos sus promesas de cambio, de honestidad, de valentía... y resulta que son igual o peor de ratas e ineficientes que los anteriores. El próximo domingo es día de elecciones. ¿Ya sabes por quién vas a votar? Si no sabes, como que ya va siendo hora de que te pongas a pensarlo. A menos, claro, que prefieras votar por los mismos de siempre, para luego quejarte... como siempre.



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