La integridad no está sujeta a reglas.
Albert Camus
A la Verdad
Soneto 159
Hija del tiempo, que en siglo de oro
viviste hermosa y cándida en la tierra,
de donde la mentira te destierra
en esta fiera edad de hierro y lloro;
santa Verdad, dignísimo decoro
del mismo cielo, que tu sol encierra,
paz de nuestra mortal perpetua guerra
y de los hombres el mayor tesoro;
casta y desnuda virgen, que no pudo
vencer codicia, fuerza ni mudanza,
del sol de Dios ventana cristalina;
vida de la opinión, lengua del mundo.
Mas ¿qué puedo decir en tu alabanza
si eres el mismo Dios, Verdad divina?
Las batallas perdidas...
Con música estridente vengo, con mis cornetas y tambores,
No sólo ejecuto marchas para las seguras victorias,
ejecuto marchas para los vencidos y los muertos.
¿Has oído que está bien ganar la batalla?
Yo afirmo que perderla está bien, las batallas se
pierden con el mismo coraje con que se ganan...
Yo doblo y redoblo para los muertos,
Suenan mis clarines por ellos con el regocijo mayor
de que soy capaz.
¡Vivas a los vencidos,
Y a aquellos cuyas naves de guerra se hundieron en el mar,
Y a aquellos que se hundieron en el mar,
Y a todos los generales que han sido derrotados,
y a todos los héroes vencidos,
Y a los innumerables héroes desconocidos,
iguales a los más famosos!
La marioneta
Si por un instante Dios se olvidara de que soy
una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada
minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta
segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría
de un buen helado de chocolate.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando
descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi
odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las
estrellas un poema de Benedetti, y una canción de
Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna.
Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de
sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente
que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u
hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar
que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen
cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría
que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que
la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en
la cima de la montaña, Sin saber que la verdadera felicidad está en
la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño
puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido
aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.
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