martes, 5 de julio de 2016

Dan T - Obispos antinaturales

Estaban dos obispos platicando y, ya entrados en confianza, le pregunta uno al otro bajando la voz: –Oiga, monseñor, necesito hacerle una pregunta un tanto cuanto delicada. –Dígame, monseñor, sabe que cuenta con toda mi santísima discreción. –Pues bien, su ilustrísima, ¿usted anda diciendo que usted y yo nos besamos en el confesionario? –¡Ave María Purísima! ¡No, claro que no! –¡En la madre! Entonces ya nos vieron.

Los obispos mexicanos andan desatados con el asunto de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Las bodas gay, pues. Primero pensé que era porque varios de ellos querían aprovechar la reforma para cumplir su sueño de entrar a la iglesia vestidos de blanco, no como el Papa, sino ¡de novias!










Sin embargo, no es así. Resulta que desde que Enrique Peña Nieto anunció su iniciativa, los obispos católicos y los jerarcas de otras religiones pusieron –¡oh, ironía!– el grito en el cielo y andan promoviendo marchas, protestas, mítines y plantones en contra de lo que los políticamente correctos llaman “el matrimonio igualitario” (que todos tengan igual derecho para casarse con quien se les dé la gana).

Quienes se oponen a las bodas gay tienen un argumento de lo más extraño: que no son naturales. ¿A qué se refieren con esto? Que no son entre un hombre y una mujer. Lo curioso es que su definición de “natural” no la sacaron de ningún libro de Ciencias Naturales, sino de la Biblia. ¡Ah, chinga! Según estas personas, no se debe permitir el matrimonio entre dos hombres o dos mujeres, porque las Sagradas Escrituras dicen que eso está mal. Que no es natural.

Y a lo mejor tienen razón, porque si hay algo natural, como bien dice la Biblia, es que las víboras hablen y te ofrezcan manzanas para que te echen del Paraíso. Y no mencionemos a los zombies que se levantan de su sepulcro al tercer día, pues evidentemente eso es lo más natural del mundo.

También resulta muy natural, siempre según la Biblia, que las hijas de Lot emborrachen a su padre para violarlo y quedar, las dos, embarazadas. Por suerte, el viejito estaba tan crudo que no se acordaba de nada al día siguiente y así no sintió remordimiento alguno.

Si le vamos a hacer caso a la Biblia en el asunto de los homosexuales, ¿también tenemos que mandar callar a las mujeres, como se ordena en la Primera Carta a los Corintios. Ahí clarito dice que a las mujeres “no les es permitido hablar”. Y no sólo eso: “(también) que estén sujetas, como la ley lo dice”. ¡Quién iba a pensar que eso que hago con la corbata iba a resultar tan bíblico!

Entonces, si lo natural es lo que dice la Biblia, ¿por qué hasta ahora no he visto uno solo de los gigantes, unicornios y dragones de los que tanto habla? Vaya, ni siquiera en Acapulco me he encontrado con un monstruo marino como el famoso Leviathan. Porque la Biblia habla de eso y de otras cosas sumamente naturales como que Jonás pasó “tres días y tres noches” dentro de un gran pez que, supongo, era una ballena o un atún Dolores. A menos, claro, que se refiriera a aquellos carrosardinas en los que entrábamos 12 a Reino Aventura adentro de un vocho.

Claro que habrá quienes digan que todos esos son milagros. Si esto es así, entonces, ¿por qué Dios no hace el milagro de quitarle lo intolerante a la gente y que cada quien viva su vida como mejor le parezca?

Además, como siempre he dicho, si los gays se quieren casar, nadie tiene derecho a impedirles ser infelices.

¡Nos vemos el jueves!



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/obispos-antinaturales-1467698936



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