martes, 5 de julio de 2016

Leo Zuckermann - La industria del clientelismo político

Más que una reforma educativa, Oaxaca necesita una reforma económica. La principal industria de ese estado es el clientelismo político. Históricamente, el gobierno estatal ha repartido miles de millones de pesos a cambio de llevar la fiesta en paz con diversas organizaciones sociales. El modus operandi de este negocio es relativamente sencillo: la gente, que no tiene para vivir, se inscribe en asociaciones para conseguir apoyos del gobierno; a los afiliados se les solicita movilizarse para presionar a las autoridades; conforme pasa el tiempo, las protestas van subiendo de tono; el gobierno se preocupa y abre mesas de diálogo; los líderes de las organizaciones, en representación de los afiliados, demandan dinero, plazas, permisos, subsidios, en fin todo lo que puedan a cambio de desmovilizar a la gente; el gobierno cede y los apoyos comienzan a fluir a los movilizados; el resto de la población toma nota: cada vez se adhiere más gente a la industria del clientelismo político.











Nadie ha manejado mejor esta manera de extraer rentas al Estado que los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Desde el sexenio de Heladio Ramírez (1986-1992), los gobiernos oaxaqueños les han dado cientos de millones de pesos en todo tipo de prebendas. Los principales beneficiados han sido los líderes sindicales. Y si bien los maestros de base no ganan una fortuna, sí ganan muchísimo más que la gran mayoría de los oaxaqueños porque en Oaxaca no hay buenos empleos. En este sentido, lo mejor que le puede suceder a un oaxaqueño es tener una plaza de maestro y, desde luego, la cuidan con su vida: es su activo más valioso.

En la lista de la industria del clientelismo político en Oaxaca también están los taxistas. La capital de ese estado es una de las ciudades que más tienen taxis en todo el mundo. Dependen de permisos gubernamentales para operar. Históricamente, las expiden a finales del sexenio para pagar el apoyo social durante las elecciones. Pero los taxistas igual se movilizan para sacarle todo lo que se pueda a los gobiernos porque saben, como los maestros, que al presionar algo se obtiene. Los campesinos siguen el mismo ejemplo: también se forman en la fila para recibir apoyos.

El problema de fondo, como decía, es que no hay alternativas económicas en Oaxaca. O se participa en la industria del clientelismo político o se emigra al norte de la República o a Estados Unidos. No sorprende, entonces, que las organizaciones sociales en Oaxaca se hayan multiplicado como hongos. El periódico Milenio ha descubierto que “al menos nueve agrupaciones populares que mantienen algunos de los 30 bloqueos carreteros en Oaxaca recibían recursos de parte del gobierno de Gabino Cué. Éstas forman parte de las 49 ONG que obtenían anualmente 655 millones 410 mil pesos de recursos públicos”.

Hace dos meses a muchas de estas organizaciones les suspendieron los apoyos. Hoy están saliendo a protestar junto con la CNTE. Ahí están, según Milenio, el Movimiento Unificador de la Lucha Triqui (recibía cada año 110 millones de pesos), el Frente Amplio de Lucha Popular (46 millones anuales), Frente Popular Revolucionario (33 millones), Movimiento Agrario Indígena Zapatista (4 millones), Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (14 millones), Comité para la Defensa de los Derechos del Pueblo (50 millones), Comité de Defensa Ciudadana (7 millones), Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo (5 millones), Comuna Oaxaca (30 millones), Antorcha Campesina (131 millones), Frente de Organizaciones Sociales, Campesinas, Urbanas, Pesqueras y de Transporte (89 millones), Organización Indígena de Derechos Humanos de Oaxaca (13 millones), Comité de Defensa de Derechos de los Indios (6 millones), Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas (4 millones) y el Frente Indígena Zapoteca (4 millones).

Oaxaca requiere una reforma económica de fondo que abra oportunidades de buenos empleos para su población. Pero esto que se dice muy fácil será dificilísimo de lograr. El desarrollo económico se basa en la inversión pública y privada. La primera está hoy muy deprimida por la crisis fiscal que está viviendo el Estado mexicano. En cuanto al sector privado, ni de locos quiere arriesgar su dinero en un lugar donde las clientelas políticas están acostumbradas a estrangular la economía local en sus luchas callejeras por conseguir algo del gobierno. Y mientras no haya un cambio económico de fondo en Oaxaca, mientras no existan alternativas económicas para la población, la industria del clientelismo político seguirá floreciendo en ese estado.



Leído en http://www.enlagrilla.com/not_detalle.php?id_n=70417



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