lunes, 24 de octubre de 2011

La ONU y la carabina de Ambrosio El asalto a la razón Carlos Marín


La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la sudafricana Navi Pillay, ha de haber estado en la baba los meses que transcurrieron hasta que se consumó en Libia un carnicero golpe internacional de Estado.
Necesitó de las imágenes en que el tirano Gadafi, derrocado al fin, bañado en sangre pero aún con vida, apareció sometido (siendo zarandeado y humillado por sus captores) poco antes de vérsele muerto.
Desde su oficina en Ginebra, la descuidada guardián mundial de la dignidad humana urgió a las nuevas autoridades libias a realizar una investigación “exhaustiva” del asesinato vil.
El portavoz de la señora, Rupert Colville, casi hace llorar: “Debería haber algún tipo de investigación”, musitó, y se aventó este chiste involuntario: “Hay cuatro o cinco versiones sobre cómo murió y hay dos videos. En uno se le ve con vida y en otro aparece muerto, pero se necesitan más detalles y una investigación para saber si murió a causa del combate o si fue ejecutado después de su captura…”.

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