La Suprema Corte de Justicia de la Nación negó ayer, finalmente, el amparo que solicitó el diario La Jornadacontra una sentencia que había absuelto del delito de daño moral a la revista Letras Libres.
Se trata de un litigio que nace de un artículo sobre ETA escrito en Letras Libres por Fernando García Ramírez, en 2004. La Jornada consideró que dicho texto afectaba el honor y la reputación del diario al asociarlo con el terrorismo, y decidió defenderse en los juzgados.
Carezco de formación para analizar el asunto en detalle jurídico, pero simpatizo, en principio, con la síntesis del ministro instructor del caso Arturo Zaldívar, quien fundamenta que el espíritu de la votación de cuatro a uno descansa en el principio de que los medios deben tolerar un mayor grado de crítica que los individuos, incluso en presuntas cuestiones de honor.
Y aunque me parece excesiva la afirmación de La Jornada de que el fallo legitima la “ley de la selva” y abre la puerta para que se afirme sin probar y se calumnie sin asumir responsabilidad alguna, celebro la forma en que el diario expuso y peleó el caso en su páginas.
Recuerdo haber leído en los años nacientes de La Jornada un artículo de Eduardo Galeano donde rechazaba la moda de la ambigüedad y la niebla, y exaltaba la alegría de tomar partido y elegir. Bienvenidos, pues, la polémica y el riesgo. Bienvenida la confrontación de ideas y puntos de vista. Bienvenida la presión que ejercióLa Jornada sobre un poder institucional. Lo hizo en buena lid, con sus plumas y una carta pública de todo el personal. Inobjetable.
Perdieron el pleito. Dejaron un ejemplo.
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