viernes, 11 de noviembre de 2011

Columna sugerida por Cuate Garza El tiro en el pie por Rafael Cardona



La embestida de los granaderos contra los trabajadores de la aviación el miércoles pasado, asunto de obediencia institucional, no de inspiración propia del secretario de Seguridad Pública, ha exhibido lo disparejo de la vara y lo contradictorio de la conducta de Ebrard.
El gobierno de la ciudad de México, en el peor momento, se ha dado un tiro en el pie, como dicen quienes consultan el repertorio de las frases hechas y los lugares comunes. También se podría decir que la ha regado, la ha cagado, se ha equivocado gravemente; se ha puesto en entredicho, se ha exhibido.

Pero dejemos todo en el balazo al metatarso.

Dos son los pilares de la imagen de este gobierno: su obra legislativa para darles a sus ciudadanos todos los derechos antes negados con una democrática actitud vanguardista de reconocimiento internacional, y una fuerza pública prudente, eficaz, respetuosa; en constante transformación ante la cual los ciudadanos pueden sentirse protegidos. Bueno, hasta las “ladies”.

En ese sentido, Alejandra Barrales, Manuel Mondragón y el procurador Miguel Mancera le han ayudado a Marcelo Ebrard a crear una imagen positiva cuyos beneficios seguramente lo acompañarían en la encuesta virtual de estos días, con la cual se juega (teóricamente) la posición del líder de las izquierdas.

Pero la embestida de los granaderos contra los trabajadores de la aviación el miércoles pasado, asunto de obediencia institucional, no de inspiración propia del secretario de Seguridad Pública, ha exhibido lo disparejo de la vara y lo contradictorio de la conducta de Ebrard.

-¿Cómo actuar con esa presteza, diligencia y fuerza en contra de alguien cuando se viene de un plantón de meses en el Paseo de la Reforma? ¿O ya se olvidó Marcelo de cuando vivía en la calle (dentro de un “camper”) en un plantón donde hasta su entonces esposa, la señora Mariana, daba clases de dibujo a los “indignados” electorales? Al parecer sí. En ese tiempo el gobierno del PRD los cuidaba y tolongueaba.

Nos ha dicho el secretario de Gobierno, José Ángel Ávila, explicaciones muy conmovidas y también hemos escuchado al señor Perfecto (es apellido; no adjetivo, ni Marcelo ante el espejo), representante de los pilotos, pero nadie nos ha explicado cómo el gobierno de la ciudad se pone abiertamente del lado del gobierno, cuya intención manifiesta (a estas alturas ya nadie lo duda) es reventar a Mexicana para después entregarla a alguno de los incondicionales del gobierno debidamente convertida en despojo mercantil y entonces sí, alimentarla con fondos públicos. La vieja historia.

“En conferencia después de haber sido golpeado y detenido por la policía capitalina, Fernando Perfecto dijo que al gobierno federal no le interesa el futuro de los trabajadores de Mexicana, porque no ha escuchado su demandas. Agregó que han solicitado audiencia con el presidente Felipe Calderón en cinco ocasiones, pero se las han negado”.

Y esta otra explicación confirma muchas sospechas:

“El juez federal Felipe Consuelo Soto, encargado del concurso mercantil de Mexicana de Aviación, denunció que los interesados en rescatar a la aerolínea y otros involucrados en el caso han recibido amenazas para evitar que se concrete la operación.

“Me informaron personas que prefieren quedar en el anonimato que en cuanto se dio la información a la SCT del nombre de algunos inversionistas mexicanos que fondearían el fideicomiso para el grupo Med Atlántica, les hablaron telefónicamente de manera anónima para intimidarlos diciéndoles que ni se les ocurriera meter dinero al fideicomiso, porque nunca los iban a dejar volar”, notificó el juez en un acuerdo.

Esto de las amenazas parece tener un agravante: si la intención del expedito desalojo era permitir la circulación por Xola y el Eje Central, no se halla caso en haberse llevado a “pasear” (como hacen los secuestradores express) al líder de los pilotos. ¿Nomás una calentadita?

Pero Marcelo, cuya acción más parece intento de colaborar con un despojo y menos aplicar la ley, tiene una forma muy peculiar de justificar sus órdenes:

“…Siempre que hay uso de la fuerza dicen que es desmedido. Si tienen bloqueada la calle, ¿cómo puede hacerle la policía? …no puede uno permanecer pasivo después de una hora de cierre de dos ejes viales de ese tamaño y aparte la suspensión del servicio del Metrobús”, que a esa hora más o menos transporta entre 120 mil y 140 mil usuarios”.

Los golpeados de la Supervía no bloqueaban Metrobuses y les fue igual.










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