Apenas regresaban de Michoacán con la derrota a cuestas, cuando en la reunión del Consejo Nacional del PRD –el lunes pasado– los neoleoneses tomaron la tribuna. Jesús Zambrano, irritado, fuera de control, gritó:
“¡Chingada madre, qué pretenden ahora!, ¿reventar el Consejo para acabar de hundirnos?”
Dolores Padierna se acercó a él y trató de calmarlo. “¡Contrólate!”, le pedía. Pero el dirigente nacional del sol azteca estaba fuera de sí. Parecía estar en plena catarsis. Y es que acababan de comentarle cómo venía la encuesta que daba como triunfador a Andrés Manuel López Obrador.
Desde ahí perdió el control de toda la negociación. Los Chuchos se derrumbaban luego de la derrota michoacana, que a la vez sucedía a la de Nayarit, a la de Guerrero y a la de Zacatecas, donde todos los contendientes perredistas (perdedores todos) pertenecían a esa corriente o eran aliados suyos.
La última esperanza de sobrevivencia de Los Chuchos era que Marcelo Ebrard ganara la candidatura al tabasqueño. Pero no ocurrió. Zambrano estalló. Muchos lo atribuyeron a la derrota en Michoacán, pero no era sólo eso; ya conocía el resultado de la encuesta.
Su voz, de por sí con poco peso en la presidencia del PRD, dejó de escucharse por completo. Y así se repitió de nueva cuenta el martes por la tarde-noche, cuando intentaba negociar con Alberto Anaya (líder del Partido del Trabajo), Luis Walton (presidente de Movimiento Ciudadano) y Manuel Camacho Solís (coordinador del DIA) las formas de la coalición en los estados de la República a nivel de gubernaturas y alcaldes. Todo lo perdía.
La única carta de negociación que tenían Los Chuchos en los últimos tiempos era Ebrard. Cada vez que requerían algo, acudían al jefe de Gobierno. Pero Marcelo también iba perdiendo terreno. La elección interna de consejeros lo dejaba ver. De ahí que el propio gobernante capitalino buscara el lunes por la noche a Dolores Padierna y a René Bejarano para una última negociación.
Una negociación que sucedía a su vez un acuerdo muy importante tomado desde el día en que se reventó la elección interna del PRD en el DF: adelantar la encuesta entre los candidatos y empalmarla con la elección interna, para evitarle a Ebrard cargar con un costo político interno mayor, ya que cuando se den a conocer por completo los resultados de la elección en el DF y se haga el reparto de consejeros, Ebrard saldrá perdiendo.
Fue por ello que Marcelo aceptó negociar.
Así, el martes al medio día, al hacerse públicos los resultados de la encuesta que daban como triunfador a López Obrador, aunque Ebrard logró salir avante a través de la negociación interna –fue amorosamente apapachado por López Obrador y quedó como todo un señor–, para Los Chuchos significó la última paletada.
Y si alguna otra imagen faltara, la expresión desencajada en el rostro del Chucho mayor, Jesús Ortega, es la viva imagen de lo que les acontece a él y a sus seguidores. No olvidemos que Ortega enfrentó a López Obrador durante todo el sexenio, se acercó a Los Pinos, hizo alianzas con el PAN, e intentó por todos los medios expulsar a López Obrador del Partido de la Revolución Democrática.
Hoy, él y los suyos son los grandes derrotados.
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