jueves, 17 de noviembre de 2011

La clave, el combustible por Francisco Rodríguez



Dice la agencia estadounidense de inteligencia Stratfor que una de las posibles causas de la caída del helicóptero en el que viajaban Francisco Blake y otras siete personas podría haber sido causado por la contaminación del combustible. 

Pero también hay quienes presumen que el aparato pudo haber sido “bajado” o, incluso, saboteado. Lo cierto es que pocos creen, hasta ahora, que el accidente haya sido provocado por las nubes o la niebla, cual inmediatamente después dijo el señor Felipe Calderón.

En el reporteindigo de Ramón Alberto Garza, la reportera Anabel Hernández documenta, de otra parte, las evidencias de posibles adquisiciones de lanzacohetes, capaces de tumbar un aparato aéreo, por parte de conocidos narcotraficantes y, además, cómo fue que los “accidentes” en los que perdieron la vida el propio Blake y, antes, Juan Camilo Mouriño se dieron justo después de las muy publicitadas captura de delincuentes.

Pero, me dice un lector del Índice Político en mensaje electrónico: “No sé por qué todo mundo cree que un avión o helicóptero sólo se tumba con una bomba… uno de esos helicópteros se cae a pedradas o lanzando un palo a las aspas… o con unas bolsitas de azúcar p’al cafe (derramadas sobre los tanques de combustible) que nadie les revisa a los del servicio… o una fuga de combustible, (perforando) el dren con un picadiente, vaciando así los tanques… creer que chocaron por baja visibilidad, mal tiempo… ¡qué idiota la conclusión… ¿y los radares y las computadoras, los altímetros, las cartas de navegacion, el GPS, todas las madres que son nuevas y que ni conocemos los pilotos llaneros?… ¿y los pilotos del Estado Mayor?… ¿son puro uniforme y pose?… Esto como que es un insulto a los pilotos y a la inteligencia de los Mexicanos.”

En Tijuana, por si fuera poco, Felipe Díaz Ruanova Zárate apenas publicó un artículo intitulado “¿No explotó? ¿No se incendió?”, en el que “los tres tripulantes sabían bien por qué perdían motricidad, altura y velocidad; también supieron que eran ellos los responsables de que la nave aérea, irremediablemente, se estrellaría; tanto el avión como el helicóptero apenas se sostienen en el aire poco tiempo, cuando se agota el combustible: Por ello, se entiende, no quisieron o no se supo, que pidieran auxilio, o que tuvieran una emergencia.

El impacto en la superficie fue excesivamente tan severo, que produjo la muerte instantánea de los tres tripulantes y quizás de los cuatro pasajeros. Fue tan terrible que produjo un estruendo espantoso, que se escuchó a kilómetros de distancia. Fue de tal magnitud que arrancó de tajo la sección de las dos turbinas, que quedaron a 100 metros del resto del fuselaje. Si bien la sección de la nave en que viaja la tripulación quedó hecha añicos, no sucedió lo mismo con el módulo de los pasajeros, que, junto con la cola, apenas y se dañó en algunos vuelcos que sin duda dieron ambos. Pero no se puede decir que la nave cayó de picada, porque hubiese quedado totalmente dispersada en la zona del impacto, cosa ésta que habría producido que los cuerpos de los pasajeros se hubiesen destrozado y quedado irreconocibles.

No, el comandante del Súper-Puma, trató de hacer un aterrizaje forzoso porque se pararon las turbinas por falta de combustible. Tuvo habilidad para maniobrar y, hasta el último segundo, conservó el mando de la aeronave. No tuvo, sin embargo, la altura suficiente como para accionar el ‘auto-rotor’, que le hubiese dado la potencia requerida para que las paletas del rotor, le permitieran una sustentación salvadora.

Si el helicóptero hubiese tenido combustible, habría estallado al estrellarse en el suelo. Se sabe que no caía incendiado, ni que haya explotado en el aire por algún misil o por una bomba. No se observan en el al fuselaje rastros de metralla o algo por el estilo. Con el tremendo impacto que tuvo al colisionarse, si hubiese tenido turbosina en sus tanques, ésta habría explotado o incendiado, y las personas se habrían carbonizado o registrado tremendas quemaduras. Pero no, no existen huellas de alguna combustión.”

Y sí, la clave de este “accidente” es el combustible. Ya porque estuviese contaminado… ya porque lo hubiesen drenado… incluso por no llevar el suficiente.

Lo de las nubosidades, empero, pocos o de plano nadie lo cree.

Índice Flamígero: Otra lectora amiga se ha dado a la tarea de investigar más a fondo y me envía un recorte electrónico que, traducido del inglés, dice que “no hay ninguna diferencia entre la niebla y las nubes que no sea la altitud. La niebla es definida como una humedad visible que comienza a una altura inferior a 50 pies”. + + + Un mensaje más, de un lector con formación castrense: “Dice el hijo de Nicho (Dionisio Pérez-Jácome F, ocupante de la SCT) que ‘el piloto nunca perdió el control del helicóptero’. Digo yo, con mucho respeto, ¿se despedazó la aeronave de acuerdo al Manual de Navegación?” + + + Y el doctor José Antonio Lara Peinado, psicoanalista social, remata: “Para el campo psicoanalítico los accidentes no son literalmente accidentes, representan en términos clínicos algo que se denomina ‘Pasaje al Acto’ es decir, lo que le pasa a un sujeto en su vida suele ser una representación de aquello que le aqueja y de lo cual no se quiere hacer caso. Lo que ha pasado en el gobierno del señor Calderón pareciera ser un claro ejemplo de cómo una administración tan fallida se representa en los accidentes que le ocurren: la caída del helicóptero del señor Blake, aunada a la caída también hace tres años del aparato donde iba Mouriño, parecieran representar la caída constante de este gobierno. El ‘haiga sido como haiga sido’, la terquedad, la falta de escucha y la insensibilidad de un gobernante, encuentran eco, cuando hoy sabemos que el helicóptero ya presentaba fallas y aun así se ocupó, es decir, ahí donde hay un jefe errático, terco, hijo desobediente, etc… no podríamos esperar que hubiera en sus colaboradores cordura y sensibilidad.”

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