Al día siguiente de que Felipe Calderón ganó la candidatura del PAN, pregunté en La historia en breve (octubre 25, 2005) algo que sonaba a ingenuidad: ¿puede ser presidente de la República?
Escribí: “La respuesta hoy tiene que ser sí, definitivamente sí. Porque es el único de los tres candidatos que ha entrado en una espiral ascendente (…) Si es capaz de conquistar a dos de cada tres indecisos, al voto útil, al voto de los que en verdad temen que el populismo venga en camino, puede ganar. Y hoy no hay razón para negar que eso pueda ocurrir (…) Si la soberbia no lo consume, si mantiene la forma, el ritmo y la percusión que mostró en los últimos meses, puede llegar a Los Pinos”.
Las primeras palabras de Andrés Manuel López Obrador como candidato de la izquierda hacen creer que aprendió la lección de 2006 y que en 2012 no será un justiciero soberbio ni un Mesías, sino un candidato que buscará de los convencidos, de los dudosos y de los reacios.
¿Puede ser presidente de la República, puede derrotar a Enrique Peña Nieto? Después de lo visto y escuchado en las últimas 48 horas, la respuesta tiene que ser sí, definitivamente sí. Ya entró en una espiral ascendente. Tiene causa, proyecto y, si es hábil, tendrá grupo.
Lo demás dependerá de su talento para reducir los “negativos” y persuadir a algunos de los que “jamás votarían por él” que sus ideales están firmes, pero que sus formas son y serán las de quien no quiere venganza, sino futuro, paz.
Hay millones de mexicanos que no están enamorados de Peña Nieto. Y millones que no le darán una tercera oportunidad al PAN, así venga con perfume de mujer.
López Obrador tiene siete meses y medio para seducirlos. Tiene mucho tiempo.
Lo mismo en http://impreso.milenio.com/node/9063468
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