lunes, 14 de noviembre de 2011

Una idea espeluznante por Luis González de Alba


El año transcurrido sin que los partidos políticos mexicanos se pongan de acuerdo en elegir tres consejeros que faltan al IFE, aunque incurran en abierta ilegalidad, nos da idea del panorama mexicano si el gabinete presidencial fuera sometido al acuerdo de Noroñas, Padiernas et al.
Imaginemos la pesadilla de que pasen años antes de que se apruebe un gabinete, cuando sabemos, no adivinamos, que a la inmensa mayoría de nuestros diputados y nuestras diputadas el trabajo legislativo los y las tiene despreocupados y despreocupadas: van a la Cámara a echar desmadre porque les resulta muy divertido. Luego, en grupos de cuates, se van a comer al Cardenal y nos endilgan la cuenta.
¿Cuántos y cuántas han leído las 75 páginas de la iniciativa del PRI presentada desde marzo? Trae reformas hacendarias, reducción del IVA (mediante un proceso de devolución que hará pedir facturas al comprador y eliminará evasión por el vendedor), desaparición del IETU y apertura gradual a la inversión privada en Pemex para ponerla, al menos, al nivel de la admirada pero no imitada Petrobras, levantada del suelo por el presidente Lula, que todos y todas dicen admirar pero nadie imita.
La iniciativa, presentada por el senador Beltrones a nombre del PRI, trae un resumen que hasta Noroña y Padierna podrían leer. Pero quizá supieron, de oídas, que plantea reducir el ISR a las clases medias y elevarlo a quienes ganen desde 459,500 pesos mensuales, como ganan ellos y ellas. Con los salarios que se otorgan, nuestros y nuestras legisladores y legisladoras deberían pagar un 35 por ciento de ISR. Y la idea, claro está, no les gusta nadita ni nadito.
¿Y el Régimen de Tributación Simple? Un 5 por ciento sin deducción. Ay, Dios, eso está muy difícil de leer. ¿Supones que no tenemos otras tareas? Ir a llevar lonches al nuevo plantón de los ex electricistas del SME o de Antorcha Campesina, asistir a otro fiestorrón de los muchos que los contribuyentes le pagamos al NiñoVerde (apodo por su color la mañana siguiente…), con muerta y todo. Imaginen a Padierna, que saltará trapecio de una Cámara a otra, canturreando a cada candidato y candidata postulado y postulada por la Presidencia: “Quiere llorar, quiere llorar…”, como hacía en sus tiempos de delegada para humillar a quien le pidiera atención. Y a’i se van llevando el sexenio, sin gabinete. Son perfectamente capaces, no es hipótesis, es observación.
Transporte GDL.
En todos los países ricos el transporte público es un servicio público. Tratan de que el costo del pasaje sea cercano al costo de funcionamiento. Pero nunca es buen negocio. En Guadalajara creíamos que el pésimo servicio de transporte se debía a la corrupción entre el PRI y los dueños de flotillas, tanto de camiones como de taxis. No fue así: en 18 años de PAN el transporte ha empeorado, y mucho. El proyectado metro quedó en las dos líneas perpendiculares que serían el núcleo. Allí siguen. Ni una estación más, no digamos una línea.
Los ciclistas resultaron peores: los semáforos no son para ellos, los peatones no existen. Golpean y patean en el suelo al hombre de 73 años que se atrevió a cruzar la calle cuando tenía luz verde y ellos se pasaban la roja. Otro peligro del cual defenderse como cada peatón pueda. Y todos lo somos en algún momento.
Las placas de taxis se reparten entre políticos que las ponen a la venta en 250 mil pesos. Quien los paga busca luego un chofer que le trabaje por una cuota diaria obligada, gane o pierda el chofer. Así ocurre porque no hay libertad para, cumpliendo los requisitos, hacer de un auto un taxi. Nadie puede solicitar un par de placas e inspección de su vehículo, pagar 10 mil pesos y tener un taxi propio. Los choferes son empleados de flotilleros, y éstos son políticos. ¿Cuántas placas deben ofrecerse? Todas, todas las que se soliciten. Cuando taxis vacíos llenen las calles, el servicio será mejor, pondrán el taxímetro y encenderán la luz que indica “disponible”.
El transporte público mata usuarios porque a los choferes les pagan, los propietarios de camiones, comisión por pasajero y los castigan por retraso. Debe ser al revés: dar un salario fijo y suficiente para evitar el estímulo de correr, y castigar la llegada a la terminal antes de tiempo, porque prueba que corrió, invadió carriles, arrebató pasaje, arrancó sin cerrar puertas y maltrató a quien tuviera dificultad para subir o bajar.
El vino de los bravos (y unos tequilas). Cuentos, publicados e inéditos. (Planeta, 2011).

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