sábado, 17 de diciembre de 2011

Gregorio Ortega - Josefina y Antígona



Son ridículos en su mayoría los argumentos para justificar las pretensiones de Josefina Vázquez Mota, porque para llegar donde ella quiere sólo tiene un camino: convertirse en Antígona para enfrentar de inmediato a Creonte-Calderón, porque si insisten en más de lo mismo nos encontraremos frente al autoritarismo anunciado por el subsecretario Obdulio Ávila, quien por sus pistolas dice, afirma, sostiene y grita a los cuatro vientos que los precandidatos y los candidatos no pueden descalificar al presidente de México.

El más modesto de los mexicanos tiene derecho a cuestionar el desempeño de Felipe Calderón Hinojosa, pues éste tiene un mandato constitucional que no cumplió, llegó a donde está por el voto, porque lo ayudaron en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y desde las premuras de Luis Carlos Ugalde; sí, lo puede descalificar con argumentos, con razón, sin insultos, porque su gobierno cuesta más de lo que ha dado a los mexicanos.

En medio de esta confrontación azuzada por su presidente se encuentra Josefina Vázquez Mota, sin sustento biográfico e ideológico, sin trayectoria más allá de su honradez, porque no es Imelda Marcos ni Elba Esther Gordillo, pero tampoco es Michelle Bachelet ni Dilma Rousseff, ¡vamos, no tiene las tablas de Cristina Fernández, pero puede afirmarse que tampoco tiene la profunda e insondable vanidad y vaciedad de Martha Sahagún!

De alguna manera puede sustituir sus carencias. El mejor modo de hacerlo es deslindarse, pronto, de Felipe Calderón Hinojosa, porque lo que éste toca lo contamina, como ocurrió con las elecciones para el gobierno de Michoacán, donde perdió Luisa María Calderón, contra toda lógica y en sentido contrario a lo anticipado por las encuestas.

Antígona Vázquez Mota debe ser su divisa, amparada en la razón de la historia y en los fundamentos del Estado, consciente de que no todo puede permanecer como hasta hoy, nadando de muertito, posponiendo hasta el fin de los tiempos la transición política, para acomodarse en la alternancia y la corrupción e impunidad como correas de transmisión del ejercicio del poder.

¡Claro que se le puede voltear el chirrión por el palito!, pues para ella todo puede concluir como en la tragedia escrita por Sófocles, aunque de cualquier manera Creonte se queda con las manos vacías, pierde todo lo que más quiere en el mundo por su intransigencia, por considerarse, durante el instante de toma de decisiones, superior a la tradición, la historia, las leyes. Pensó estar ubicado más allá de las consideraciones y los juicios humanos, que son poca cosa para quienes son capaces de morir por el poder.

Pero Josefina tiene un problema adicional, el PAN está estigmatizado por los resultados de Vicente Fox y Felipe Calderón, que en dos sexenios habrán costado más a la nación que 70 años de priato. Insisto en la posibilidad del voto nulo. ¿Podrá contra esa maldición Josefina Vázquez Mota?

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