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RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN
sábado, 17 de diciembre de 2011
Rosario Robles - La izquierda engañó a los guerrerenses
El gobernador de Guerrero no puede evadir su responsabilidad. Las izquierdas tampoco. Hay dos estudiantes muertos como resultado de la represión. No hay que darle vueltas. Independientemente de la toma de una autopista como la del Sol, la forma de enfrentar el conflicto nada tiene que ver con una visión progresista. Es una lógica que atiende a la criminalización de la protesta social. Que concibe que la violencia (y no el diálogo) es la solución. El problema es que esta perspectiva se impone desde un gobierno avalado por las siglas de quienes durante años han luchado contra el uso excesivo de la fuerza pública. Pero Ángel Aguirre no tiene este acervo en su trayectoria. Actuó al viejo estilo. De principio a fin. Primero les prometió a los normalistas que atendería sus demandas. Después les entregó un autobús que a la primera se descompuso. Luego no los recibió y nadie se reunió con ellos para anticipar y evitar problemas. Estallado el conflicto enfrentó la toma de la autopista sin control alguno sobre la policía que, en esas condiciones y sin protocolo, tiende a actuar con violencia, pues normalmente ve a los jóvenes (sobre todo si son campesinos y pobres) como probables delincuentes. El gobernador mandó a la fuerza pública a resolver una situación que en primera instancia le correspondía al área política. Todavía no se había enterrado a los estudiantes asesinados cuando ya se limpiaba las manos y en un sainete bochornoso se culpaban unas y otras las policías participantes en los hechos. Sin respeto alguno al dolor de los padres, de las familias, de los compañeros. Se puede discutir mucho sobre las formas y la manera de ejercer la protesta, pero ese no puede ser el argumento que exculpe la actuación de los funcionarios, incluido el gobernador. El hecho es que se criminalizó la protesta social en un estado que no necesita de mucho para que se encienda la pradera. Desde luego que esto no es exclusivo del Ejecutivo guerrerense. El contexto nacional favorece un clima represivo, una lógica que atenta contra los derechos humanos, que posibilita que sean asesinados activistas, amagados los defensores de los derechos humanos, reprimidos los estudiantes.
Se discute también el carácter de las normales rurales. Se les trata como focos de agitación. Como espacios en los que se cultiva todo menos el respeto a la ley. Se argumenta que de la de Ayotzinapa egresaron Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, como si eso diera fe de que quienes ahí estudian son violentos. Nada más falso. Se trataba de luchadores sociales que recurrieron a las armas porque no encontraron otro camino en aquel México autoritario. Eran otros tiempos. Pero más allá de la situación de las normales rurales del país que han logrado sobrevivir a la andanada neoliberal, lo que es un hecho es que es preferible tener a esos jóvenes en esos centros que de sicarios. Que siempre será mejor y más barato incluirlos que expulsarlos de los canales institucionales. Porque tienen derechos y derecho a un país de igualdad y de libertades. Pero esto no está en la óptica del gobernador Aguirre y tampoco del gobierno federal. No en balde la ONU instó al Estado mexicano, a raíz de estos acontecimientos, a esclarecer los hechos, pero, sobre todo, a poner en práctica políticas públicas que reconozcan a los jóvenes (20 millones cuya edad oscila entre 15 y 24 años) como actores fundamentales en el desarrollo y que les permitan ejercer plenamente su derecho a la educación, a la salud, al empleo y a la participación.
El asunto es muy grave y no se resuelve simplemente con la renuncia de funcionarios del primer nivel. Es imprescindible investigar a fondo. Pero, sobre todo, que la izquierda reconozca que ganar a cualquier costo acaba siendo un fardo muy pesado cuando de gobernar se trata. Sorprende también el silencio de su candidato presidencial. ¿O acaso en la República Amorosa hay cabida para la represión y el asesinato de los jóvenes por los policías? ¿En esto hay que poner la otra mejilla? Por lo pronto, yo me quedo con lo declarado por los padres: “Nos hemos equivocado al elegir a ese gobernador. Detrás de ese rostro bonachón está el de los caciques históricos de Guerrero”. Era cuestión de tiempo.
Leído en http://impreso.milenio.com/node/9080802
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