La situación no es nueva pero no por ello es menos insultante. El Distrito Federal está plagado de anuncios propagandísticos de políticos que han decidido burlarse de la ciudadanía. Son actos de simulación. Podríamos decir que se trata de publicidad disfrazada, pero ni a eso llega, es decir, no se esfuerzan ni por guardar las formas; no disimulan nada. Es propaganda orquestada por políticos de todos los partidos, que saben que la burla no será castigada, o que el eventual castigo no causará mella.
Concentrémonos por un momento en los políticos locales (insisto: esta falaz propaganda es utilizada por todos los partidos y por suspirantes a puestos de elección de todos los niveles).
La cuestión es esta: cuando la líder de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, Alejandra Barrales, aparece en anuncios desplegados en mobiliario urbano y espectaculares, que reproducen una portada de una revista llamada Campaigns & Elections; cuando la cara de Mario Delgado nos acompaña por calles y calles en la portada de una revista llamada Cambio (antes hizo lo mismo mediante una publicación llamada Libertas); cuando también a esa revista Libertas ha recurrido Martí Batres en su búsqueda de la jefatura de gobierno; cuando Mariana Gómez del Campo en ocasión de un “informe” legislativo despliega pintas por toda la ciudad; cuando lo mismo hacen el asambleísta Víctor Romo o el diputado federal priísta Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre; cuando para un “informe” de trabajo anuncios espectaculares del procurador Mancera se pueden apreciar en distintos rumbos de la ciudad; cuando todo eso pasa la única conclusión posible es que estos señores y estas señoras consideran que los ciudadanos son tontos.
Que son tontos porque se les puede engañar. Que los ciudadanos son tontos porque se van a tragar anuncios que no son anuncios, pues no es publicidad de entrevistas, ni de revistas, ni de libros, ni de “informes”. De lo que se trata es de un intento por “posicionar” mediante esa propaganda el nombre y la imagen del suspirante a candidato. Será que consideran que los ciudadanos de la capital son tontos porque no habrá mayor escándalo cuando alguno de estos políticos, como Mario Delgado, secretario de Educación del GDF, cuestionado sobre esas imágenes que usted ha visto comentó que no se refieren a él, sino a un “homónimo”, y que no sabe quién mandó colocar esos anuncios, pues que incluso él ha pedido investigar tan misterioso caso. (“Nosotros no hemos puesto ningún espectacular, entonces no tenemos esa obligación –de retirarlos, como lo demandó el IEDF–. En algunos que hay, donde hace referencia a mi nombre o a un homónimo, ya enviamos una carta al Instituto Electoral pidiendo que se investigue el origen de ese material”, dijo Mario Delgado según informó Publimetro en octubre, aquí la referencia).
Y piensan que son tontos porque ni siquiera se trata de la primera ocasión en que se recurre a estas prácticas: Esta nota es del portal de la revista Etcétera y tiene fecha de septiembre de 2009: “El IFE sancionó a TV Azteca y Vértigo por “difundir propaganda electoral a favor de los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza”, a través de promocionales de dicha revista. Por una situación similar, el instituto impuso multas a Televisa y al Partido Acción Nacional, por la promoción del entonces candidato a diputado, César Nava, en spots de la revista Poder y negocios.”
¿Cuánto cuesta esa propaganda? ¿De qué partida sale? ¿A quién y dónde se reportan esos gastos? Porque no van a llegar al extremo de decir que esas revistas pagan esos anuncios, ¿o sí? ¿Y el Instituto Electoral del Distrito Federal dirá algo, será un árbitro al servicio de los ciudadanos o al de los políticos? Pero sobre todo, ¿qué idea tienen de los ciudadanos de la capital los políticos que recurren a este engaño? ¿Piensan que los ciudadanos, sus eventuales votantes, de verdad son tontos?
* * *
Cuestioné la tarde-noche del lunes y la mañana del martes al diputado Víctor Romo sobre los “anuncios” (si han circulado por Gabriel Mancera y Eje 7 habrán visto uno, al lado de Gayosso) de su “informe” legislativo. Me dijo, en pocas palabras, lo siguiente:
Que puso 7 anuncios y que le costaron 35 mil pesos “el paquete”.
Que la agencia que los colocó se equivocó y por eso hay varios fuera de su distrito (ubicado en Miguel Hidalgo).
Que la agencia quedó de removerlos (reparar el error pues) pero que por las fechas navideñas no lo han hecho.
Que no recuerda el nombre de la agencia.
Que el “informe” que se anunciaba en esos espectaculares no está en su página de Internet porque esta fue “hackeada” el 17 de diciembre.
Preguntas a ustedes: ¿Conocen a una figura pública cuya página haya sido hackeada que no haya posteado de inmediato en su twitter algo para 1) denunciar el hecho, 2) alertar a quienes ingresen a ese sitio que el contenido pudo haber sido modificado?
¿Ustedes conocen a alguien que pague 35 mil pesos a una empresa, que ésta le quede mal y que unos días después no sepa decir el nombre de la misma?
Yo no. Pero quizá el diputado Víctor Romo es el primer personaje público que no alerta mediante su cuenta de twitter que le hackearon la página, y que olvida el nombre de quien le prestó un “mal” servicio a cambio de 35 mil pesos de, suponemos, fondos que le dio la Asamblea, o sea, los ciudadanos.
Lo que va de esa conversación, aquí: http://bettween.com/salcamarena/vromog
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