Este año tendremos que decidir por quién votamos o si el desencanto nos empuja hacia la abstención o el voto nulo. Hay métodos que facilitan el tránsito por tan amargos dilemas.
Quienes se interesan por las elecciones de este año pueden dividirse en conversos y reflexivos. Los primeros persiguen datos u opiniones que confirmen su creencia de que lo mejor para México es la victoria de su nuevo candidato o candidata. Los reflexivos tienen dudas y están dispuestos a valorar los datos, hechos y argumentos a favor y en contra de los aspirantes. En estos últimos pienso cuando preparo esta columna.
Las decisiones se construyen con referentes que incluyen, en primer lugar, los textos académicos que dan un marco interpretativo general en el cual se pueden insertar los textos coyunturales (columnas, reportajes, entrevistas, etcétera) que van desentrañando el acontecer diario. En esos textos aparecen antecedentes sobre los candidatos y sobre lo que dijeron e hicieron o, tal vez más importante, sobre lo que dejaron de decir o hacer. Es particularmente útil conocer sus relaciones con los partidos que los respaldan, con los poderes fácticos y con diferentes grupos de la sociedad.
Las correlaciones entre discurso y realidad son particularmente importantes en un México lastrado por la profundísima corrupción de su sistema político. No hay escapatoria. Cualquier candidato termina cargando aliados incómodos. Ninguno se salva aunque siempre hay matices para justificarse.
En la izquierda que rodea a Andrés Manuel López Obrador hay personajes y organizaciones con olor a cañería. Es el caso del hermético Partido del Trabajo que hace unos días difundió un lamentable comunicado elogiando al recientemente fallecido Kim Jong Il, dictador de Corea del Norte. ¿Ese es el cambio que nos proponen? López Obrador debería hacer alguna aclaración, pero generalmente guarda silencio cuando sus aliados incómodos enseñan su verdadera naturaleza. Pareciera considerarlos un mal menor frente a las reformas que impulsará una vez llegado a Los Pinos. Las dudas son inevitables.
Enrique Peña Nieto, por su parte, tampoco reacciona ante la evidencia sobre sus alianzas con el Parque Jurásico priista o sobre la pobreza de su gestión como gobernador del Estado de México. Guardó silencio cuando se difundió hace semanas el Índice de Desarrollo Democrático de México 2011, elaborado por la Fundación Konrad Adenauer, de Alemania, la Coparmex y la consultora Polilat de Argentina (Reforma, 13 de diciembre de 2011). De acuerdo con este trabajo el ahora aspirante priista dejó al Estado de México en el sitio 30 del ranking democrático, seguido, oh paradoja, de dos estados gobernados por el PRD: Guerrero y Michoacán.
Los panistas también ofrecen muchísima tela para la confección de la crítica. Son particularmente vulnerables por la relación que han establecido desde el gobierno federal con los poderes fácticos: es impresentable su relación con el sindicato magisterial de Elba Esther Gordillo, con las todopoderosas televisoras o con los mandarines del juego organizado.
De ese trío cargado de contradicciones tendremos que elegir a quien ocupará Los Pinos al final de este año. Las vacilaciones se transforman en depresiones cuando se contempla a la pléyade de aspirantes a los miles de cargos en juego. Las opciones restantes son los votos diferenciados, la anulación o la abstención pero aun así hay que blindarse de relativismo para filtrar las campañas, las declaraciones y los derrapones de quienes aspiran a los cargos.
Lo anterior se irá reflejando de una u otra manera, tarde o temprano, en las encuestas que permiten saber cómo evolucionan las intenciones del voto. Por el manoseo de sondeos de opinión en otra ocasión enumeraré criterios para evaluar encuestas. La calidad de las fuentes es un problema tan real que tienen vigencia los textos del sociólogo francés Pierre Bourdieu fustigando a los expertos en opinión pública que manipulaban las encuestas para sus propios intereses. Con bastante mordacidad los tachó de "científicos de la apariencia". Los ojos del lector tienen la carga adicional de filtrar libros, columnas, encuestas, programas y noticias para ir seleccionando aquel material que les parezca más confiable.
Ante el panorama existente mi última sugerencia sería relajarse y disfrutar lo más que se pueda un espectáculo de mediocre calidad porque ese es el estado de nuestra democracia. Serán meses intensos y cargados de pasión y nos tentarán frases pegadoras que tienen la calidad nutricional de los "productos chatarra".
Es útil recordar de cuando en cuando que es muchísimo más trascendente la redefinición de la relación entre sociedad y gobierno, aspecto que será oscurecido por las fanfarrias y los estruendos de un año electoral en tiempos de crisis. La política es demasiado importante para dejársela a los político
Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/640/1279322/
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